Carolina Somonte, es arqueóloga e investigadora en el Noroeste Argentino (NOA) y en diálogo con Radio Up 95.5, se refirió a las declaraciones del vocero presidencial Manuel Adorni deslegitimando la importancia de las investigaciones. La investigadora, expresó que estas declaraciones no solo desinforman, sino que afectan profundamente a los científicos.
La arqueología, como tantas ramas de la ciencia en Argentina, enfrenta un escenario delicado: recursos devaluados, pagos demorados y un contexto político que, lejos de valorar la labor de los científicos, la deslegitima.
La Dra. Carolina Somonte, arqueóloga e investigadora en el Noroeste Argentino (NOA), está al frente de un proyecto que busca desentrañar 10.000 años de historia en el Valle de Santa María, Tucumán. Sin embargo, su trabajo se vio envuelto en la polémica luego de ser mencionado de manera sarcástica por el vocero presidencial, Manuel Adorni, en una conferencia de prensa el 14 de noviembre.
En diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, Somone se refirió a las declaraciones del vocero presidencial, quien señaló que “de las investigaciones que todos los argentinos pagamos con nuestros impuestos, una se llama ‘Hacia la deconstrucción de palimpsestos…’. Escuchen estos títulos, esto es lo que estamos financiando con recursos públicos”.
Para la investigadora, estas declaraciones no solo desinforman, sino que afectan profundamente a los científicos: “fue injusto, por la incomprensión y porque no se puede creer que alguien que toma decisiones para administrar el Estado dé información equivocada, basada en datos que no son confiables. Te hace sentir que no podés confiar en nada de lo que dicen”.
Sin embargo, la arqueóloga, lejos de quedarse solo en la crítica, encontró en esta situación una oportunidad para explicar el valor del trabajo científico. “Después del golpe inicial, lo ves como una oportunidad para que la gente entienda lo que hacemos. Las ciencias sociales tienen un impacto concreto en la sociedad, y es triste que se las use políticamente para desprestigiar”, sostuvo.
Ordenar el pasado en medio del caos
El proyecto de Somonte, activo desde 2007, estudia sitios arqueológicos de gran importancia cultural e histórica. “Estos lugares han sido ocupados de forma recurrente durante al menos 10.000 años. En superficie encontramos vestigios mezclados, a lo que llamamos palimpsestos, que representan una suerte de caos. Nuestro trabajo es ordenarlos para entender los usos y ocupaciones del pasado”, detalló.
A su vez, la investigadora y su equipo enfrentan numerosos desafíos logísticos, ya que gran parte del trabajo se realiza en zonas de difícil acceso: “trabajamos en áreas muy amplias, como Río Las Salinas 2, que abarca más de 600 hectáreas. Usamos herramientas simples como brújulas, cintas métricas y cucharines, pero también intentamos integrar tecnología, como drones para capturar imágenes aéreas. Todo esto lo hacemos con recursos limitados”.
Uno de los mayores obstáculos es el transporte. Sin acceso a vehículos institucionales, los investigadores deben recurrir a los suyos: “vamos con vehículos particulares porque los proyectos no disponen de transporte. Esto implica un costo personal adicional, además de los gastos habituales de las campañas”.
Presupuestos devaluados y burocracia rígida
El proyecto de Somonte fue aprobado en 2021, pero no recibió financiamiento hasta 2023. En un contexto de inflación creciente, los fondos asignados se volvieron insuficientes y reveló que “recibimos 700.000 pesos en julio de 2023 y otros 800.000 en agosto. El total del proyecto no supera los 6 millones. Este presupuesto quedó congelado hace tres años, pero las exigencias para cumplir siguen siendo las mismas”.
En este sentido, la arqueóloga ilustró cómo esto afecta la capacidad de trabajo y afirmó que “si en el proyecto dijiste que ibas a comprar una cámara y una computadora, ahora tenés que decidir cuál comprar porque no alcanza para las dos. Y aun así, debés rendir cuentas por todo lo que prometiste”.
Además, otros subsidios apenas cubren lo mínimo. “Tenemos un subsidio de la Universidad Nacional de Tucumán que era de 120.000 pesos anuales y este año subió a 240.000. Aunque lo incrementaron, sigue siendo muy poco para todo lo que necesitamos hacer”, lamentó.
En estas condiciones, muchos investigadores deben recurrir a recursos propios: “uno termina pagando cosas de su bolsillo porque el dinero que solicitaste originalmente se desvalorizó. A veces, tenemos que distribuir recursos de otros proyectos para poder cumplir con todo lo que nos comprometimos”.
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El impacto del desprestigio
La conferencia de prensa de Adorni generó repudios en la comunidad científica. Organismos como el Centro Científico Tecnológico del NOA (CONICET) emitieron comunicados en defensa del trabajo de Somonte y su equipo. Sin embargo, el daño en la percepción pública ya estaba hecho.
“Es una pena que se use políticamente para denostar la actividad científica. Lo que hacemos no es un capricho: son investigaciones evaluadas por pares, con estándares estrictos. Desinformar sobre esto es despreciar el conocimiento y su impacto en la sociedad”, enfatizó Somonte.
A pesar de todo, la arqueóloga mantiene su compromiso con la ciencia y la divulgación, afirmando que “aunque desde arriba no valoren lo que hacemos, seguimos trabajando porque sabemos que esto tiene un valor incalculable. Nuestro trabajo no solo preserva el patrimonio cultural, sino que también genera conocimiento que beneficia a toda la sociedad”.
“Es triste, pero seguimos. Y lo hacemos porque sabemos que el conocimiento y la historia que descubrimos merecen ser protegidos”, completó.