En el siglo XVIII a.C, en el inmenso imperio babilónico, se dio origen a los primeros ordenamientos jurídicos, entre ellos uno bastante conocido, “la ley del talión”. Esta palabra que deriva del latín, ya que también se utilizó en el imperio romano, significa “idéntico” o “semejante”.
La ley del talión básicamente indica que el castigo por un crimen debe ser similar al delito que se cometió, sea la barbarie que fuese. Dicha ley se sigue aplicando en algunos países, en especial aquellos que profesan la religión musulmana, y que a su vez utilizan la sharía (principios del derecho islámico).
En la actualidad, el contexto en el cual estamos inmersos, de un fanatismo exacerbado, se puede decir que muchos buscan imponer “la ley del talión” por fuera de la ley. Claro ejemplo es la explosión del coche bomba sucedido en Brasil, frente a la plaza de los 3 poderes, en la ciudad de Brasilia. A principios del 2023 se avizoraba en panorama político muy complicado para el país hermano, ya que, una vez consumada la victoria de Lula da Silva, los fanáticos bolsonaristas intentaron tomar Brasilia, mientras el presidente Bolsonaro se tomaba interminables horas para detener lo que podría haber sido una barbarie. Teniendo en cuenta que los bolsonaristas siempre acusaban a los fanáticos del presidente Lula por ser fanáticos violentos, la violencia sucedida aquel en aquel enero del 2023 fue totalmente desmedida, pero más grave aún, sucedió con la complicidad del expresidente.
El miércoles, Francisco Wanderley Luiz, fue el responsable del ataque suicida perpetrado en Brasilia, un excandidato a concejal por el partido Liberal, partido cuyo líder es el expresidente Jair Bolsonaro. Luiz constantemente posteaba en las redes sociales, contra el gobierno y sus aliados, en uno de sus últimos posteos inclusive amenazó a varios miembros del gobierno, insinuando que había plantado bombas en los automóviles de funcionarios. Si bien la investigación recién ha comenzado, nada de esto hasta el momento fue confirmado. Si bien todo indica que fue un caso aislado, es notorio como el fanatismo exacerbado, puede llevarnos a superar todo tipo de límites.
Sin embargo, esto no solamente sucede en Brasil. Cuando el presidente electo Donald Trump fue derrotado en su momento por el presidente actual Joe Biden, fanáticos nacionalistas intentaron tomar el congreso estadounidense, causando desmanes por doquier y destrozos millonarios, mientras que el entonces presidente inducía a la violencia, sosteniendo que le habían robado las elecciones. Tampoco en nuestro país el fanatismo es una excepción, aquí entre fanáticos kirchneristas y libertarios, cada vez es más difícil encontrar diferencias, ambos buscan la destrucción política del otro, ambos cuentan con lideres que todo el tiempo exacerban los ánimos, y mientras estos mismos ingresan a un terreno muy peligroso, sus “tropas” atacan sin parar una y otra vez.
El fanatismo siempre es aprovechado por los lideres políticos, valiéndose de los contextos complejos que atraviesan distintas sociedades, explotan al máximo el hartazgo y la frustración de sociedades que encuentran en estas personas, ciertas características con las que se sienten identificados. Esta en nosotros seguir aprendiendo a leer la letra chica y no dejarnos embelesar por palabras dulces y espejitos de colores, ya que de seguir por este peligroso camino el “ojo por ojo “de unos pocos, nos puede enceguecer a todos
Matías Lezcano..