En el Día Internacional contra el Bullying, la UNESCO busca poner el foco en cómo la educación puede ser un recurso para combatir la violencia que sufren niños y adolescentes en todo el mundo. Este día, instaurado en 2022, recuerda la importancia de discutir y abordar el bullying, un fenómeno que afecta a más de la mitad de los estudiantes y que, según especialistas, deja profundas secuelas en su desarrollo personal y social.
En diálogo con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5, la psicóloga Daniela Gasparini, especialista en trata de personas y género, explicó cómo esta problemática tiene raíces complejas y profundas. “Lamentablemente, en nuestra infancia, sufrimos diferentes situaciones de bullying, o están quienes llevaron adelante estas situaciones de acoso. Cuando hablamos de bullying, estamos hablando principalmente de agresiones entre pares, de niños contra niños, lo cual genera angustia y muchas veces es un círculo vicioso de violencia y acoso,” comentó.
Además, Gasparini destacó que este ciclo de violencia es una de las razones por las que se requiere atención urgente. “Gracias a los organismos internacionales y algunas legislaciones nacionales, tenemos regulado el tema a través de leyes en el ámbito educativo, pero no es suficiente. Es fundamental no naturalizar estas agresiones que muchos de nosotros vivimos en la niñez y que, con el tiempo, se han convertido en algo común que incluso los adultos pasan por alto,” subrayó.
Naturalización de la violencia: un problema cultural
Por otro lado, la psicóloga subrayó la importancia de comprender cómo el bullying fue normalizado en la sociedad, en gran parte debido a la cultura patriarcal y los estereotipos que imponen cánones de belleza, conductas, e incluso identidades sexuales y de género. “Es una sociedad muy discriminadora, que instala estereotipos, modelos hegemónicos de cómo deben ser las personas. Define quién es lindo, quién es feo, quién es aceptable y quién no. Estos parámetros socioculturales son los que guían el bullying y la discriminación,” explicó Gasparini, advirtiendo que estos modelos “se trasladan a los niños y niñas, que los replican en sus pares.”
Esta violencia, lejos de limitarse a los entornos físicos, encontró nuevas vías de expansión en las plataformas virtuales. “El bullying ya no es solo presencial o físico, sino que también va a lo virtual y se convierte en ciberbullying. Este tipo de agresión es muy peligroso porque se masifica y tiene un gran alcance. Además, es despersonalizado: mientras la víctima puede ser identificada, el victimario puede permanecer en el anonimato, a veces incluso actuando como un troll,” advirtió Gasparini.
En tanto, Gasparini explicó cómo el bullying puede tener su origen en la dinámica familiar y los valores que se aprenden en el hogar. “Muchas veces, quienes fomentan la agresión lo hacen porque escucharon comentarios discriminadores de otros adultos, o porque han naturalizado esas actitudes en casa o en las redes sociales. A menudo, la agresión hacia otros niños también es un reflejo de problemas de autoestima: proyectan su inseguridad en sus pares,” analizó.
El impacto del bullying, sin embargo, no solo afecta a las víctimas, sino también a los agresores. “Si este comportamiento no se regula o no se pone un límite desde la infancia, la persona que ejerce bullying puede desarrollar comportamientos agresivos en la adultez y enfrentar dificultades en las relaciones personales, el ámbito laboral o incluso problemas de adaptación social,” explicó la psicóloga.
En casos más extremos, advirtió que “si hay una psicopatología grave detrás del comportamiento, el bullying puede ser solo una manifestación de conductas antisociales más profundas, que pueden llevar a problemas mayores como conflictos con la ley.”
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Señales de alerta y la importancia de la intervención temprana
Identificar los signos de que un niño es víctima de bullying es crucial para intervenir a tiempo. Según Gasparini, “generalmente la víctima muestra comportamientos de aislamiento, vergüenza, y pueden incluso negarse a asistir a la escuela. En el caso del ciberbullying, muchas veces el niño se refugia en el consumo de plataformas en línea, y puede desarrollar problemas de autoestima, trastornos alimentarios o tener una obsesión por modificar su apariencia.”
Para el victimario, en cambio, las señales pueden ser más evidentes. “Las conductas de bullying tienden a ser bastante explícitas; quien agrede o manipula la situación para que otros agredan es generalmente un líder que ejerce una influencia negativa sobre sus compañeros. Sin embargo, es importante también observar los contextos en los que estas actitudes se desarrollan y si responden a patrones que los adultos han ignorado o incluso alentado de manera implícita,” comentó la especialista.
Por otra parte, Gasparini insistió en la necesidad de educar a los niños en el respeto hacia los demás y de ofrecer herramientas de prevención y autocuidado, algo que debería comenzar desde el ámbito familiar y escolar. “Las leyes de educación, incluyendo la Educación Sexual Integral (ESI), no solo buscan prevenir problemas de salud, sino también fomentar vínculos sanos y promover el respeto por el cuerpo y la identidad de cada persona,” explicó.
Finalmente, Gasparini remarcó que es fundamental que los adultos acepten que el ciberespacio es un entorno cotidiano para los niños y adolescentes, y que deben actuar en consecuencia para prevenir y controlar los efectos del bullying en todas sus formas. “Debemos aceptar como adultos que el ciberbullying y otros riesgos digitales son parte de la vida de los chicos hoy. No podemos ignorarlo, sino que debemos abordar el problema desde todos los ámbitos posibles: familiar, educativo y digital,” indicó.
“La clave está en no naturalizar ni minimizar estas agresiones y trabajar para que los jóvenes puedan crecer en un entorno libre de violencia, donde se sientan aceptados y valorados por quienes son”, agregó.