A mediados del siglo XX, Ray Bradbury escribió una obra excelente a la cual llamó Fahrenheit 451, la obra básicamente trata de bomberos que, en vez de apagar incendios, los provocan, y su especial interés se focaliza en la quema de libros. El autor intentó resaltar el contexto de la época, en plena guerra fría, para ciertos sectores estaba prohibido pensar, solo se les permitía obedecer, sin cuestionar. Ya en la actualidad, el dueño de la provincia de Misiones y su flamante “ley mordaza” pretender acercarnos más al precipicio del pensamiento único.
Si bien el columnista y uno de los conductores de “La Última Rosca”, Bryan Villalba escribió una excelente columna sobre el tema (véase “silencio forzado: la ley que podría callar a Misiones”) mi intención es resaltar otro aspecto aún más oscuro; el silencio y la aceptación por gran parte de la población.
Emile Durkheim, uno de los padres de la sociología, resaltaba en sus teorías, algo que el denominaba anomia, dicha palabra significaba en pocas palabras, la naturalización de aquello que está mal. En nuestro país tenemos un claro ejemplo, ya que muchos fanáticos partidistas utilizan el famoso “roban, pero hacen” para justificar la corrupción indiscriminada de sus falsos ídolos. Ahora, esta anomia esta más que vigente en nuestra provincia, y ha llegado a tal punto que, gran parte de Misiones naturaliza la bota que pisa su propia libertad.
Como he descrito en columnas anteriores, siempre que las sociedades miraron hacia otro lado y aceptaban las atrocidades de sus gobernantes, los resultados fueron catastróficos. Cuando personajes influyentes, que realmente pueden hacer la diferencia, miran para otro lado o elijen callar, le dan vía libre a aquellos que tienen el poder para que amolden las leyes a su favor. Asi como también la indignación selectiva de otros sectores, que solamente tienen permitido indignarse cuando el poder lo ostenta el color político opuesto.
Párrafo aparte para el gobierno nacional, que, a sabiendas de esta ley anticonstitucional y totalmente antidemocrática, elije mirar para otro lado, evidentemente el apoyo en el congreso nacional le está resultando muy gratificante a la renovación ya que, por lo visto, el “viva la libertad carajo” para Misiones hoy no aplica. Dentro del mismo párrafo aparte encontramos a gran parte de la comunidad educativa misionera, que ni siquiera ha emitido un comunicado repudiando esta ley tan infame. En parte, tal vez sea por lo mencionado en otra de las columnas de este medio, el acomodo, la pleitesía, el vasallaje y la subordinación hacia los “quema libros”. Y puntualizando en mis queridos colegas docentes, simplemente decirles, recuerden que cuando entramos al recinto sagrado del aula, nos debemos a nuestros alumnos y a nadie más.
Para ir cerrando, solo mencionarles que, si bien la columna de hoy es bien local, no pierda usted de vista los antecedentes internacionales mencionados con anterioridad y sepa entender que no siempre es aplicable la frase “el silencio es salud”
Matías Lezcano..