En Capioví, la concejal de Juntos por el Cambio, Rosmary Muller, alzó la voz para denunciar un patrón de maltrato y misoginia por parte del intendente Ramón Arrúa. En diálogo con Radio Up 95.5 durante el ciclo “El País de la Libertad”, Muller reveló detalles sobre las agresiones verbales y el destrato que, asegura, ha sufrido durante las sesiones del Concejo Deliberante, donde el intendente tiene una presencia inusualmente activa.
En este sentido, Muller explicó que los incidentes no se limitan a las sesiones formales, sino que se han intensificado cuando no sigue la orden del día dictada por el Ejecutivo. “El destrato no fue verbal durante la sesión del consejo, fue más que nada al finalizar la sesión”, aclaró la concejal.
Según ella, el conflicto surge principalmente porque el intendente insiste en que el Concejo trate temas que él mismo propone, sin proporcionar la información detallada necesaria para una deliberación adecuada.
El intendente Arrúa, según Muller, participa de las sesiones “como casi un concejal más”, interrumpiendo constantemente y buscando influir en las decisiones del Concejo. “Por ahí en el proyecto yo desestimo esa nota porque falta más información y eso hace que él se enoje, eleve la voz”, relató Muller, quien también denunció que el intendente llega a utilizar expresiones despectivas y agresivas para referirse a ella.
Muller, la única concejal opositora en un cuerpo compuesto por cinco miembros, describió cómo su situación se ha visto agravada por la falta de apoyo de sus colegas. “El maltrato es conmigo, los demás concejales no interfieren”, afirmó. Además, mencionó un episodio reciente en el que, durante una discusión sobre una nota del Parlamento Municipal de la Mujer, el intendente la interrumpió y le exigió que se callara, una acción que fue permitida por la presidenta del Concejo.
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La concejal Muller lamentó la complicidad tácita del resto del Concejo, al señalar que el intendente recibe un trato preferencial, permitiéndole opinar y participar en todos los temas. “Como que la presidenta del consejo le da la palabra una vez y le sirve ese permiso para toda la sesión”, expresó con frustración.
Ante esta situación, Muller presentó una nota formal al Concejo, solicitando que se respete la independencia del cuerpo legislativo y se limite la injerencia del intendente en las sesiones. “Lo que espero es que trabajemos con los concejales, no con la interferencia o la participación en todas las sesiones del señor Intendente”, declaró.
La situación en Capioví refleja tensiones más amplias entre los poderes ejecutivo y legislativo locales, donde la falta de respeto por los roles institucionales ha generado un ambiente hostil, particularmente hacia la única mujer opositora en el Concejo.
“Él me dijo que yo era una persona altanera y que la gente no me quería por soberbia”, recordó Muller, calificando estas palabras como inaceptables para un funcionario público.