En diálogo con Radio Up 95.5, el analista internacional exploró las complejidades del conflicto en Medio Oriente, un tema que ha dominado la política global durante más de un siglo, con una reflexión sobre los desafíos de discutir ciertos temas sin enfrentar posibles censuras o interrupciones.
En este sentido, González se sumergió rápidamente en el tema de los fundamentalismos, no solo los religiosos, sino también los políticos y económicos. “Tanto el comunismo como el capitalismo tienen una faceta de fundamentalismo”, afirmó durante el ciclo “La Última Rosca”, y señaló que estos extremos ideológicos son comparables a los fundamentalismos religiosos que se observan en el conflicto entre Israel y Palestina.
En referencia a esto, González citó a Yeshayahou Leibowitz, un científico israelí que en 1968 advirtió que “un Estado dominando a una población hostil […] se convertirá necesariamente en un Estado policía”, una predicción que considera acertada respecto a la situación actual en Israel.
Por otro lado, el analista subrayó la historia del conflicto, que remonta sus raíces a más de 120 años en el pasado, destacando cómo tanto el judaísmo como el islam han nutrido desconfianza mutua desde tiempos del Imperio Otomano.
En este contexto, mencionó que el sionismo, aunque inicialmente no fue un movimiento religioso, se ha convertido en un componente clave en la política israelí contemporánea. “Hablamos de Hamás como una organización fundamentalista, pero no quiere decir que el sionismo no tenga una vertiente religiosa fundamentalista”, explicó González.
En tanto, y consultado sobre si el conflicto sería diferente si ambas partes fueran de la misma religión, González respondió que la cuestión no se limita a un fundamentalismo religioso, sino que está profundamente enraizada en una “injusticia originaria” en la fundación del Estado de Israel.
Explicó, además, que tras la Primera Guerra Mundial, el territorio de Palestina quedó bajo mandato británico, y la promesa de un hogar judío en ese territorio ignoró los derechos de la población árabe autóctona.
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La creación del Estado de Israel en 1948 fue vista por los israelíes como una guerra de independencia, mientras que los palestinos lo llamaron la Nakba, “la tragedia” o “el éxodo”.
González también destacó la evolución del conflicto y cómo Israel pasó de una postura defensiva a una ofensiva después de la Guerra de los Seis Días en 1967, lo que provocó la creación de Hamás en 1987.
“La población y la gente que crea Hamás dice: ‘A través de la mesa, sentándonos en la negociación, no vamos a hacer nada. Solo podemos, a través de la violencia, de alguna manera hacer un cambio, porque no nos están escuchando.’” Esta declaración resalta cómo la frustración ante la falta de avances diplomáticos llevó a la radicalización de la resistencia palestina.
Al reflexionar sobre posibles soluciones al conflicto, González expresó su pesimismo. “Estamos quizás en el peor momento, porque estamos esperando ver cuál es la próxima explosión en la región y nadie va a quedar indemne”.
Destacó que el creciente fundamentalismo, tanto en Israel como en las facciones palestinas, hace cada vez más difícil alcanzar un acuerdo pacífico. Además, mencionó la importancia de la resistencia interna dentro de Israel, donde muchos ciudadanos judíos están en desacuerdo con las políticas del gobierno de Netanyahu, lo que podría llevar a un cambio significativo en el futuro.
Finalmente, González reflexionó sobre el futuro inmediato, sugiriendo que la situación en Israel podría desmoronarse desde adentro debido a la oposición interna al gobierno actual. Sin embargo, reconoció que la falta de un candidato progresista fuerte dificulta predecir un cambio político significativo en el corto plazo.