Alejandro Díaz, dueño de la funeraria y acusado del rapto de la adolescente en Garupá, expresó que no conoce a la adolescente y que el día del hecho pasó por Ñú Porá para movilizar a su familia.
El hombre de 56 años detenido el jueves a la noche tras la denuncia por un presunto rapto registrado un día antes en Garupá, recuperó la libertad y quedó supeditado a la causa mientras se aguarda el resultado de múltiples exámenes periciales tendientes a corroborar la vinculación de los elementos secuestrados con la descripción de los hechos narrados por la denunciante.
El hombre asegura que no conoce a la menor y que ese día circuló con su camioneta para buscar a sus hijos de la escuela, visitar a sus suegros y trasladar a su esposa a su lugar de trabajo, en Candelaria.
La decisión fue tomada por el magistrado Miguel Mattos, titular del Juzgado de Instrucción Siete, que de forma preventiva además le impuso al liberado una restricción de acercamiento hacia a la denunciante.
En este marco, el acusado de los hechos declaró que no conoce a la adolescente en cuestión y que la denunciante estuvo presente durante la revisión de su camioneta en la Comisaría Quinta de Garupá.
«Fui a buscar a mi hijo del colegio y se ve que habré pasado por ese lugar viniendo a la casa de mis suegros, que está en Ñu Porá», dijo, en diálogo con el medio local El Vecinal, sobre el recorrido que hizo el miércoles a bordo de su camioneta blanca.
Después de compartir el almuerzo, se dirigió a su domicilio para buscar a su esposa y dejarla en su lugar de trabajo, y luego volvió a su hogar a quedarse con sus hijos.
«Mi señora trabaja en Candelaria con un turno de 14 a 22 horas. Tipo 21.30 salí de vuelta a buscarla y de ahí vine. Al otro día (por el jueves) no salí, los chicos no fueron al colegio y mi suegro fue a casa a la mañana. Después mi señora se fue a trabajar al mediodía y yo fui a la casa de mis suegros, a la tardecita-noche, a buscar a los chicos para traerlos a casa porque al otro día tenían que ir al colegio», recapituló Díaz.
«Cuando llego a lo de mi suegro, estaciono la camioneta y me voy adentro a charlar con él. En eso, golpean las manos, sale mi suegro a atender y se encuentra con la Policía preguntando por el titular de la camioneta. Salí preguntando qué necesitaban y ahí se identificaron. Salí a la calle y charlamos todo bien. Ellos me preguntaban si no sabía que estaba pasando y les decía que no, hasta que me dicen que había una denuncia contra mi persona, y me preguntaron si presté la camioneta o si salí», amplió.
A su vez, el hombre describió su colaboración en el operativo de reconocimiento ocular. «Me denunciaban porque era la camioneta y que era yo la persona. Eso dijo el oficial al que estaba atendiendo. Ahí me pidió la documentación mía y del vehículo, y se la di. Me pidieron mostrarles el vehículo y lo hice. Lo cerré y de ahí empezó todo, cada vez venían más móviles y más personal. Me dijeron que me iban a tener que detener y ahí me contaron lo que denunciaba la menor, acusándome a mí», precisó.
«Antes de que se cumplan las 24 horas de la detención me dieron la libertad. Mi señora me fue a buscar a la Comisaría con una amiga y en el baño ven que estaban revisando la camioneta y que la chica que denuncia estaba atrás. La amiga de mi señora sacó una foto de eso», indicó, alegando que la situación en sí le pareció sospechosa.
Además, afirmó que «no encontraron nada porque la camioneta no tiene nada, ni colchones ni camilla». «Yo trabajo haciendo fletes y repartos de cosméticos de Avon cuando a alguien se le queda su auto en la ruta», agregó. «Yo no conozco a esa persona y no sé por dónde me habrá visto, o si me conoce o no. No llegué a declarar y ella me vio en la Comisaría, o sea que ahora me puede reconocer», sopesó.
El hecho comenzó a ser investigado el jueves, luego de que un vecino del barrio Ñu Porá se acercó a la comisaría Quinta para exponer que su hija adolescente había sido raptada un día antes y que luego de ello la trasladaron en un vehículo utilitario hacia un galpón que no supo identificar, donde fue acostada en una camilla y le extrajeron muestras de sangre.
Con la denuncia sobre la mesa, efectivos de la División Investigaciones de la Unidad Regional X de la Policía comenzó a investigar el hecho y bajo la lupa quedó un hombre de 56 años, propietario de una sala velatoria del mismo barrio.
Los agentes lo detuvieron mientras circulaba en vehículo utilitario modelo Fiat Doblo y luego allanaron tanto la casa de sepelios como su vivienda, incautando una gran cantidad de elementos, aunque todo lo hallado se correspondería a las labores realizadas en su empresa familiar.
De igual manera, la Justicia dispuso la continuidad de una serie de exámenes correspondientes que puedan aportar mayor claridad y obtener alguna vinculación entre los elementos incautados y el hecho investigado. Mientras tanto, el sospechoso recuperó la libertad.