Así lo aseguró la psicopedagoga Valeria Correa, en diálogo con Radio Up 95.5, en el marco del Día del Trabajo contra el Acoso Escolar que se celebró ayer jueves 2 de mayo.
“Esta problemática del acoso escolar, en principio para poder ser abordada, tiene que ser muy concientizada y visibilizada antes por todos los agentes escolares”, comentó Correa.
Según explicó la psicopedagoga, “sucede a menudo que en las escuelas, ante la demanda de un niño o de un adolescente sobre una situación de violencia, pueden recibirse comentarios del estilo ‘no es para tanto’, ‘pídanse disculpas’, ‘no lo vuelvan a hacer’, ‘contale todo a otra maestra o a la directora’”.
“Esto nos da una lectura de la manera en la que se subestima este mensaje, tal vez por no querer hacerse cargo, porque indica mucha responsabilidad por parte de los adultos el cuidar las emociones y los tratos de los estudiantes”, resaltó.
“Como primer paso, buscamos visibilizar esto y que todos los actores educativos tengan conciencia de qué es el acoso escolar y las consecuencias que esto trae en la autoestima y en la educación integral de los chicos”, explicó Correa.
Por otra parte, señaló que “la participación de las familias es muy difícil de ver, porque a veces no saben cómo abordar la situación y quizás la escuela es el único espacio en el que confían para poder defenderlos”.
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De igual manera, destacó la importancia de la contención y reeducación en el caso de la familia del agresor.
“Debemos recordar que el bullying tiene tres grandes componentes: está el agresor, que es quien provoca el malestar a un compañero; luego está la víctima, que tiene menos recursos para defenderse y es quien recibe los ataques y finalmente están los testigos”, sostuvo.
“Tenemos que trabajar con todas las familias para poder pensar en reeducar al agresor, en contener a la víctima y en concientizar a los testigos para que puedan poner un freno porque al no denunciar o avalar de alguna forma las burlas y los ataques a los compañeros, aumentan el acoso”, agregó.
Por último, destacó que separar o expulsar al agresor “no es una buena solución porque debe desaprender esos modos y aprender a vincularse de manera más colectiva en el grupo de pares”.
“Eso impacta muchísimo porque depende de la conducta y resolución que leamos los adultos, y si es una mala resolución la van a volver a explicar en otros espacios, dando lugar a un efecto en cadena que no le sirve al agresor, a la víctima y tampoco a los testigos”, completó.