Desde inicios del siglo XX, cuando el mundo se encontraba sumamente alterado por el contexto bélico global que se desarrollaba principalmente en Europa, la Argentina se posicionaba como potencia a nivel mundial (tanto fue así que Argentina tenía el 5to PBI pér cápita más alto del mundo) y se veía ya en aquel momento como destino de desembarco por parte de quienes buscaban refugio escapando de la guerra.
Movimiento que dio lugar al mayor desembarco de inmigrantes en nuestro país, representando según datos censales del año 1930, el 29,9% de la población total del país, representando aproximadamente un número de 4 millones de personas en aquel momento.
Basados principalmente en la frase “para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” plasmado en el preámbulo de la Constitución Nacional desde 1853, los padres fundadores incitaban al extranjero a quedarse en nuestro país, estableciendo políticas de brazos abiertos para incitar a la producción, al trabajo y a la mano de obra que era necesaria para desarrollar el país.
Casi 200 años después, el escaso revisionismo en esta materia de brazos abiertos ha generado que en un contexto de más de 40 millones de habitantes (aún cuestionada la cifra de 46 millones del Censo de 2022) los extranjeros de países vecinos, tengan muchas veces cuestiones de privilegios al encontrarse en suelo argentino, lo que conlleva al uso y abuso del sistema que indefectiblemente termina perjudicando a los nativos de esta tierra.
Tanto es así que, en un contexto de compleja situación sanitaria, las provincias de Salta y Santa Cruz decidieron ante la gran cantidad de extranjeros que cruzan la frontera de Bolivia y de Chile respectivamente, arancelar el acceso a la salud por parte de aquellos que no cuenten con documento nacional. En base a datos difundidos por el Ministerio de Salud de la Provincia de Salta, los hospitales públicos de la provincia han atendido a 3.800 extranjeros solo en los últimos tres meses, alcanzando durante el último brote Dengue, una ocupación hospitalaria de casi el 90% de ciudadanos extranjeros en localidades como Salvador Mazza, a mediados de febrero.
La pandemia nos ha dejado más que en evidencia, al ver la grave deficiencia dentro del sistema sanitario, con lo cual, en materia de cuidados, la ocupación hospitalaria de un ciudadano no residente implica no solamente un gasto en materia del sistema de salud, sino que también significa falta de recursos cuando también algún nacional lo requiere.
En materia educativa la situación reviste carácter similar. Según el último relevamiento conocido por parte del Ministerio de Educación de la Nación, en 2021 el total de estudiantes extranjeros en universidades argentinas era de 117.820 alumnos, representando una matrícula del casi 4,5% para las universidades públicas y un 5,5% para las de gestión privada.
Si bien como vemos aún no representan significativamente una población mayor, esto no quita que el número va en aumento ya que dicha cifra se ha prácticamente duplicado con relación al año 2015. Además, en un sistema donde muchas universidades limitan el ingreso por cupos eliminatorios, muchas veces terminan ingresando a este cupo extranjeros en lugar de nacionales. Ahora bien, cuál es el rédito del estado nacional en que un extranjero obtenga un título nacional, cuando no existe obligación de prestar un servicio una vez egresado y donde muchas veces ese capital humano que fue formado en nuestro país, termina retornando a su país de origen a desenvolverse en la práctica profesional.
La idea de arancelamiento tanto de la salud pública como de la educación, han levantado las voces de los no residentes argentinos que protestan por los famosos “derechos adquiridos” que el kirchnerismo durante tanto tiempo se ha encargado de vender.
La discusión ha ingresado en el centro de la escena, las provincias están buscando la manera de resguardar los recursos que le son propios y en buena hora están priorizando los intereses de sus ciudadanos. Mientras que la Nación ya ha manifestado que la Educación está en discusión y es imperiosa una reforma donde el arancelamiento es uno de los ítems.
Bajemos la persiana del mostrador, cuidemos la ser nacional que en definitiva es quien siempre está y tomemos las actitudes propias del resto del mundo, de no regalar nada a nadie, porque en definitiva el único país del mundo que esta regalado, es el nuestro.