Hace un cuarto de siglo, la ciudad de Columbine, en Colorado, se convirtió en el escenario de un horror inimaginable. Fue el 20 de abril de 1999 cuando dos jóvenes, Eric Harris y Dylan Klebold, ambos alumnos de la escuela secundaria local, llevaron a cabo un ataque que cambiaría la historia de Estados Unidos para siempre. Armados con rifles semiautomáticos, perpetraron el primer tiroteo masivo en una escuela estadounidense, dejando tras de sí una estela de devastación.
Este trágico aniversario coincide una vez más con la celebración de la feria anual de armas Tanner Gun Show en la misma ciudad donde se gestó la masacre. Es irónico y profundamente simbólico que, en el mismo lugar donde los perpetradores adquirieron sin dificultad las armas que luego utilizarían para segar vidas inocentes, se continúe comerciando con la misma facilidad armas de fuego.
La matanza de Columbine, con sus 13 víctimas mortales y 24 heridos, marcó el inicio de una serie de tragedias similares en todo el país, más de 400 tiroteos en escuelas y 122 víctimas mortales en instituciones educativas son el legado que Columbine dejó a su paso. El documental “Bowling for Columbine”, dirigido por Michael Moore, capturó la brutalidad de aquel día y se alzó con el premio Óscar al mejor documental, pero ni siquiera su impacto mediático pudo prevenir futuras atrocidades.
Los motivos detrás del ataque de Harris y Klebold nunca fueron completamente esclarecidos, en sus diarios personales, insinuaron una búsqueda de notoriedad, una sed de venganza, pero sobre todo, una profunda perturbación psicológica que los llevó a cometer actos de una violencia incomprensible. Sus sueños macabros, desde emular atentados previos hasta fantasías de destrucción aún más catastrófica, revelan la complejidad de sus mentes.
A pesar de los esfuerzos legislativos posteriores, como la ley de 2000 que limitó la venta de armas en ferias o la iniciativa de 2012 que implementó verificaciones de antecedentes, la violencia armada en las escuelas de Estados Unidos persiste. Newtown, Parkland, Uvalde; estos nombres se suman a la lista trágica de lugares marcados por la barbarie.
La cifra de víctimas mortales en tiroteos masivos aumentó drásticamente desde 2012, pasando de un promedio de 7.6 antes de ese año a 14 después. 122 estudiantes han perdido la vida y 126 resultaron heridos desde Columbine, una estadística desgarradora que debería avergonzar a una nación que se jacta de ser avanzada y civilizada.
En un intento por abordar esta crisis, el Buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF) implementó nuevas reglas para regular la venta ilegal de armas de fuego, pero las críticas apuntan a que estas medidas son insuficientes. En Colorado, legisladores como Tim Hernández y Julie Gonzales están impulsando un proyecto de ley para prohibir las armas semiautomáticas, un paso necesario pero aún insuficiente frente a la magnitud del problema.