El 8 de marzo rememora hechos trágicos ligadosa las mujeres. Uno de ellos tuvo lugar cuando más de un centenar de mujeres obreras textiles de la fábrica Cotton de Nueva York murieron quemadas después de ser encerradas y encendidas porque se manifestaban en contra de la extensa jornada laboral, los bajos salarios, las precarias condiciones de trabajo y las diferencias que sufrían en comparación a los hombres.
Este 8 de marzo de 2024, las condiciones para las mujeres en general se mantienen idénticas o peores…porque ahora no solo trabajan doblado, sino que deben sumar dos o tres (a veces más) trabajos para llenar la mesa familiar, en un gran porcentaje solas, después de haber sido abandonadas con cinco hijos y sin justicia que las proteja y ordene que los padres se hagan cargo (esos padres).
No hay nada por festejar.
El Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH nació en 2009 y recuerda los hechos que dieron origen al día que se celebra (recuerda) cada 8 de marzo en todo el mundo y subraya en sus párrafos, en varias oportunidades las expresiones “derechos de la mujer”, “lucha”, “violación a los derechos humanos”…
Jamás se conoció o se difundió un solo caso en el que hayan intervenido para defender a miles de mujeres acosadas, abusadas, violadas y asesinadas. Tampoco de acciones concretas para defender a los millares de mujeres que intrafronteras de los mismos países que componen el Mercosur sufren las consecuencias de políticas de hambre, pensadas por hombres, para hombres (esos hombres, no todos ellos) y con algún que otro intento de disfrazarlas con dulces y tiernas palabras de amor y paz. A nivel nacional, el ya extinto Ministerio de la Mujer hizo voto de silencio ante el gran número de atrocidades cometidas contra mujeres vejadas, humilladas, maltratadas y matadas. Solo fue una estructura atragantada con el dinero del Estado para hacer nada.
No hay nada por festejar.
“167 años después de la huelga de las mujeres trabajadoras en New York, la lucha de las mujeres en todo el mundo sigue en pie para contrarrestar la violación a los derechos humanos de mujeres y niñas” sostiene el instituto dedicado al tema en la estructura orgánica del Mercosur. Mientras tanto, el tráfico de niñas con fines de explotación sexual solo acrecienta sus números. O para huir de la pobreza e indigencia o vendidas por sus propios padres, o enmarañadas en las redes de prostitución y trata de personas que regentean grandes señores o señoras de esas que hoy “festejan” el día de todas las mujeres.
El mismo Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH) señala en su sitio web que “en el mundo y en nuestra región, las mujeres y niñas son las más afectadas por la pobreza, la desigualdad, la violencia, las pandemias, la crisis climática, etc” y que “según datos de Naciones Unidas, globalmente, existe un déficit anual de 360.000 millones de dólares en medidas de igualdad de género para 2030, además, solo el 5% de la ayuda gubernamental mundial va destinada a acabar con la violencia de género y se invierte menos del 0,2% en su prevención”.
Continúa la descripción del cuadro que explica por qué no tenemos nada que festejar y mucho por cambiar, hasta cuando ya no quede ni un suspiro: “En el escenario de la postpandemia, las consecuencias de la misma han recaído de forma especial en las mujeres y niñas, profundizando las desigualdades, la pobreza y la sobrecarga de las tareas de cuidado, además aumentó significativamente la violencia de género (de uno y otro género) en el ámbito doméstico, todo esto acentuándose por cuestiones étnico raciales”.
“Las mujeres y los Estados cuentan con instrumentos para la defensa de los derechos humanos. En el ámbito universal existe la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y, en el interamericano, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como Convención de Belén do Pará”.
Tantos dignos enunciados en nada bajan un punto los índices de violencia y matanza indiscriminada de mujeres en los países miembros y en Argentina y Misiones sobre todo. Las matan porque un día ellas dejaron de preferir sus compañías…o porque fue a bailar…o porque no estaba caliente la comida…o simplemente porque volvían de la “joda” borrachos y ardientes, pero ella le dijo NO.
Las matan porque se dejan matar…tal vez. Por permanecer en vínculos enfermos, en medio de la confusión entre el amor y el desprecio a sí mismas…quizás.
No hay nada por festejar.
Volviendo al texto “homenaje” del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH), dicen que “en el MERCOSUR en el año 2000, por resolución del Grupo Mercado Común se consagra la incorporación de la perspectiva de género. Con posterioridad, se han aprobado una serie de normas con perspectiva de género sobre temas como la violencia de género, la trata de personas, mujeres rurales, trabajo, economía, participación política de las mujeres, trabajo doméstico, entre otros temas, y desde 1998 el bloque regional crea una reunión sobre el tema, Reunión Especializada de la Mujer (REM), que más tarde sería la Reunión de ministras y altas autoridades de la Mujer (RMAAM)” (¿“altas autoridades de la Mujer”? ¿En serio?).
¿Y los resultados? ¿Y las acciones conducentes a transformar la realidad que duele y sangra cada día en cada hogar? ¿Y la Justicia con visión de género que esconde y justifica a los miles de hombres (esos hombres) que dejan abandonados a sus hijos a merced de más pobreza e indigencia, pero siguen “panchos por su casa” porque nadie recuerda que hay normas, leyes, un orden jurídico que “dice qué” protege a los niños?
No hay nada por festejar.
Y continúa la descripción de la burocracia creada para no resolver nada: “En 2011, se crea también en el ámbito de la Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos del MERCOSUR (RAADH) el Grupo de Trabajo Género y Derechos Humanos de las Mujeres, hoy Comisión Permanente de Género y Derechos Humanos de las Mujeres, con el objeto de integrar la temática de género como una cuestión transversal en todo lo que refiere a los derechos humanos, que cuenta con el apoyo técnico del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH)”.
“Desde el IPPDH, apoyamos a los Estados Partes y Asociados del MERCOSUR en la coordinación de acciones regionales para el desarrollo de políticas públicas con perspectiva de género. En este marco hemos realizado una consulta pública sobre la protección de las mujeres contra la violencia de género y publicamos un compendio sobre experiencias gubernamentales contra el femicidio y el feminicidio en la región y desarrollamos acciones culturales y campañas regionales por los derechos de las mujeres y por una vida libre de violencia hacia las mujeres”.
Grandes titulares anunciaron los “derechos del cupo femenino”. Y se sumaron miles de mujeres en las listas sábanas…Claro, finamente filtradas para que pasaran las menos “conflictivas” o cuestionadoras del sistema que las oprime. Y muchas festejaron. (No saben, o fingen no saber que en Misiones el cupo femenino no está reglamentado y no incluye los cargos de gobernador y vice; por lo tanto, la Renovación presenta fórmula de doblete masculino desde hace por lo menos 15 años). Se organizan sí cada 8 de marzo para “celebrar las conquistas” y recibir una rosa (de color rojo sangre, muy a propósito) como señal de “agradecimiento”. Algunas solo para repetir como loro adiestrado “gracias, Conductor” porque concluyeron que “sin él” nunca lograrían pagar una cirugía que las hiciera sentir que “valieran más”.
Ahí sí, habrá festejos. Pero no por la dignidad de la mujer, precisamente.
Este 8 de marzo, como cada día de la vida, deberíamos bregar para que cada acto de la vida personal, familiar, comunitaria, estatal se sostuviera en objetivos que tengan en cuenta el valor del ser humano (mujer-hombre) como tal y en todos los sentidos, sin distinciones. Definir y exigir que se definan a partir de criterios de respeto, generosidad, reciprocidad; y que esos principios sean incorporados en el sistema educativo en todos los niveles, en palabras, hechos y acciones. Tal vez, un cambio de raíz en lo que se enseña desde la casa, la escuela y el Estado constituya un día un buen motivo para celebrar. Mientras tanto, hombres y mujeres podríamos continuar luchando para poner luz sobre lo que no se dice y se intenta esconder con “festejos” varios un día como hoy.
No hay nada por celebrar. Muchísimo por cambiar.