Comienza una semana de enfrentamientos y verdades. Por un lado, la apertura de sesiones en distintos parlamentos: Congreso de la Nación, Concejo Deliberante de varios municipios y alguna que otra cámara de diputados provinciales, excepto la de Misiones; por el otro, el desafío más importante de todos los años: el comienzo del ciclo lectivo que nos reitera el mismo interrogante de siempre: ¿Tendremos un número de clases cercano a lo que establece la ley?
El inicio de año en la Argentina garantiza un sinfín de luchas, enfrentamientos y en muchos casos discusiones que nadie comprende muy bien de qué tratan. Una de ellas y quizás la más importante en materia de futuro a mediano y largo plazo está vinculado a la educación de nivel primario y secundario.
Si bien es sabido que existe un número establecido de días de clases, algunas provincias como Misiones incorporaron más días, y así la ubica dentro de las 5 provincias que tendrán un total de 190 días de clases, según informa la organización “Argentinos por la Educación”.
Esta noticia presupone un logro para la provincia y el logro de un consenso entre los docentes y el Gobierno Provincial; sin embargo, esta información que debiera ser auténtica y veraz constituye una falsa e inocente expresión de deseo, puesto que a la fecha, los docentes -pertenezcan o no a algún gremio- sostienen que los salarios que perciben o percibirán en el transcurso del año son inferiores a lo que requieren para garantizar las necesidades básicas personales, incluso si comparamos con los sueldos de finales de los años 90, la balanza indica que en aquel tiempo el salario se aproximaba a cumplir las demandas de los docentes.
Algunos educadores, para comparar y explicar la realidad, expresan que el sueldo a finales de los años 90 rondaba los casi $200 doscientos pesos de básico, tiempo en que el precio de la nafta súper rondaba los 0.95 centavos. En aquel tiempo, esos valores permitía adquirir 210 litros de nafta súper; en la actualidad el sueldo básico ronda los $61.500 (sesenta y un mil quinientos pesos, el equivalente a 60 litros de combustible). Esta comparación propuesta por un docente de Jardín América, permite comprender con un modesto detalle la situación en la que se encuentran aquellos que tienen la noble tarea de educar al presente y futuro de la provincia. Esta situación indudablemente genera que los docentes deban destinar tiempo de planificación de clases en otro trabajo u oficio que permita acercar un salario más para completar la demanda familiar.
Lo curioso aquí es ¿cómo es posible que habiendo atravesado tantos años con esta demanda, con docentes que caminaron más banquinas de ruta que pasillos entre aulas aún hoy no logren permear el interés de la población, que en definitiva deben pensar y comprender que quienes se ven afectados por un magro salario serán quienes educarán a nuestros hijos? Me permito pensar que luego de años en los cuales la costumbre fue rivalizar como forma de administrar, provocó que solo lo pro-fanático y lo anti-fanático sobrevivan en esta discusión. Por traer un ejemplo más actual, podemos mencionar algunos enfrentamientos: Cristina y el campo, Macri y La Cámpora, Milei y la casta. Esto que se ve irracional obtiene más opiniones y deseos de resolver el conflicto que una auténtica lucha docente.
Por otra parte, el apoyo de la sociedad a los docentes cada vez que se aproxima un nuevo ciclo lectivo se ve deteriorado cuando se suman a la discusión sujetos de dudosa reputación vinculados a partidos políticos que ideologizaron la cosa pública, convirtiéndose en Yihadistas partidarios en lugar de militantes de ideas. Los Baradel de la vida producen un fanatismo a contramano, y los que buscan comprender y apoyar la lucha docente descubren un representante que admite no asistir a las aulas, como tampoco luchar por justicia salarial, más bien, extorsionar en pos de entorpecer el inicio escolar.
El gobierno de la provincia de Misiones, insiste en sostener un presunto modelo educativo disruptivo, sin contemplar las posibilidades y herramientas con las que cuentan los docentes y opta por hacer acuerdos con los gremios “amigos”, aquellos que no objetan los ínfimos aumentos de sueldo otorgados, a cambio de recibir beneficios por aceptar la propuesta. Esta inmoralidad por parte de los que osan adjudicarse la representatividad contribuye con el hastío de quienes deberían apoyar este reclamo y comprender que la lucha toda no se basa en un aumento de sueldo sino en mayor control, mayor claridad en los objetivos, transparencia en la designación de autoridades y por supuesto que las escuelas cuenten con condiciones mínimas de trabajo.
En el medio, nuevamente el pueblo, en este caso el pueblo no decide, no vota, no puede marchar ni tampoco se siente oído por las partes; el pueblo en este caso es el alumnado, quienes además de ciclos interrumpidos en la formación escolar, se ven más propensos al ausentismo y frente a más dificultades para cumplir con su instrucción, siendo rehenes de un gobierno renovador que no escucha hace 20 años y desconoce que la educación y el conocimiento son un bien público y un derecho personal y social, que deben ser garantizados por el Estado. La ausencia de decisión y de capacidad de protesta ubica a los alumnos también rehenes de los docentes, esta compleja interpretación de la realidad presupone que el objetivo del gobierno se centra en limitar de conocimiento y formación a los estudiantes. Tanto que el desafío de alfabetizar encuentra a los docentes cada vez más solos y, en definitiva, en un contexto en el cual se vuelve difícil reconocer a los que eligieron esta profesión por vocación y quienes lo han hecho para tener una salida laboral sin compromiso alguno.
Seguramente, el deseo de comenzar las clases lo más pronto posible se vuelva complejo; sin embargo, no debemos dejar de soñar con que la educación de los niños urgentemente encuentre un modelo de formación donde puedan caber las ideas del Estado y la noble tarea de educar en un perfecto equilibrio. Y sobre todo, se conjuguen los fines y objetivos de unos y otros, en una sola meta que tenga al futuro de la educación en Misiones como norte obligado.