Días de calor, debate, rabietas y berrinches que reflejan un inmaduro panorama social y político, actores que se encontraron en una película lista para competir en los premios Óscar, pero no cuentan con el rodaje adecuado para el film… Esta y muchas cosas más, que están en el ADN argentino aparecen exacerbados por estos días.
Todo esto, luego de dos semanas de debate conflictivo en un Congreso que, para sorpresa de aquellos que han invertido en la producción de Gran Hermano, se encontraron que los Diputados pueden tener mayor ranking televisivo y en redes que un par de personas encerradas en una casa.
Sucede que el 2024 recibió en su caluroso verano a los diputados quienes luego de más de 30 hs de debate reflejaron que aquella concepción de Honorable que le precedía a la Cámara pasó a segundo plano y el debate de ideas se tornó un conventillo al estilo de la vecindad de “El Chavo”. Claro que esta realidad no lleva a un buen puerto y que las valoraciones personales vertidas en un recinto de tamaña magnitud no hacen más que denigrar un parlamento que supo debatir leyes fundamentales para el país como la Ley de Salud Pública y Educación pública; leyes laborales, Tratados Internacionales, entre otros.
Mientras, a fuerza de memes y de ejércitos de troles, el presidente Javier Milei transcurre sus casi 70 días de gobierno sin poder mostrar más que peleas y enfrentamientos con sectores de la sociedad, “horno” donde confluyen muchos de quienes defienden al kirchenrismo, otros a una peligrosa izquierda reaccionaria y otros tantos sin estar vinculados con unos u otros siguen esperando que la vida les sea un poco más fácil.
La realidad revela un Gobierno que no asume sus debilidades y sustenta su fortaleza en la imagen de una sola persona, decisión que tiende a promover errores; la primera vez vinculada a la inexperiencia; aunque cuando esto se sostiene en el tiempo se vuelve peligroso y es entonces cuando la necesidad de lograr acuerdos de orden político, acuerdos entre dirigentes, gobernadores, senadores, diputados y actores serios de la sociedad permite avanzar en una propuesta de solución a los problemas que posteriormente el pleno de la sociedad podrá evaluar.
Esta actitud maleable es la que caracteriza a los políticos de la Argentina; Actores que comprenden que acabada las elecciones se debe comenzar un camino de construcción, dejando de lado a la runfla autodenominada clase política o dirigentes de dudosa procedencia; pero para ello es fundamental comprender la diferencia entre unos y otros.
Sin dudas, el regreso a comisión de la tan promocionada Ley Ómnibus significa un retroceso para el oficialismo, aunque también es un método de aprendizaje forzoso de buenas prácticas políticas, modales, modos, momento y oportunidad, para conseguir resultados y no vivir trazando una línea y ubicando de un lado a “los malos” y del otro a “los buenos”.
Este aprendizaje sería tomado como tal si el ejecutivo, en lugar de seguir avanzando como el protagonista de la película “Joven manos de tijera”, cortando todo a su paso, tomara nota de la realidad del país en su conjunto y desde esa perspectiva evaluar qué sí y qué no suspender o limitar para evitar seguir generando angustia y bronca en las personas.
El ADN argentino es una mezcla de compulsión y deseo inmediato de salir del estado en el que se encuentra. La bronca que los estimuló en su momento a querer cambiar y dejar de lado al kirchenrismo y sus prácticas, es la misma que comienza a florecer cuando el cuestionamiento permanente por parte del ejecutivo al Congreso y a quienes no están de acuerdo con las ideas que proponen comienza a discutir la institucionalidad de los poderes. Es imprescindible comprender que evitar la chispa adecuada que dé inicio a un incendio es prioridad para quienes asumieron el rol de hacerse cargo del país.
Si bien el apoyo por quitar todo lo que parece runfla o quioscos de las arcas del Estado sigue en marcha, esto tendrá un límite y será el día en que el Gobierno deba comenzar a mostrar resultados.
Esta búsqueda de resultados no debe comenzar arremetiendo contra los gobernadores que con los subsidios del transporte garantizan que los trabajadores de todas las reparticiones públicas y privadas puedan concurrir a sus puestos de trabajo; menos aún cuando mediante sanciones de este tipo se discrimina a las provincias dejando como única beneficiaria a la provincia de Buenos Aires.
Los frentes de tormenta en los que se encuentra el Gobierno nacional encuentran su origen en sus decisiones políticas, para las cuales no cuenta con aliados con base en una construcción sólida, sino con el puro deseo de sostener la institucionalidad de los poderes; este deseo no es suficiente si no es a través de acuerdos programáticos de gobierno; y para que esto ocurra es esencial discernir entre acuerdos políticos y acuerdos de runfla.
La escuela de dirigentes políticos lleva 70 días para muchos iniciados que hoy ocupan espacios sensibles de decisión, mientras que las deudas del estado para los argentinos llevan 20 años. Pretender que las personas que votaron de una forma u otra deban pagar las decisiones tiene color a venganza más que a construcción de una nueva Argentina.
Aunque haya zozobra y la angustia busque entrar a través de los canales de información existentes, es indispensable someter la ansiedad de respuestas por parte de un ejecutivo que aún no puede mostrar resultados y comenzar a cuestionar a los gobiernos provinciales que en definitiva son quienes deben proteger los intereses de sus provincianos tomando medidas acordes a los tiempos que corren.
Mientras esperamos que todo esto suceda, no dejemos que las esperanzas se diluyan entre la miseria y la desilusión.