La primera de las tres presentaciones se realizó con un Cocomarola repleto de público el pasado miércoles. Las cuatro competidoras desarrollaron sus temáticas en una noche de lujos y brillos. Hay una fuerte paridad entre las escuelas de samba. Lo malo: hubo fuegos artificiales contra una ley vigente.
La “joyita” de los Carnavales Correntinos tuvo su primera noche de competencia el miércoles pasado con un vibrante inicio de Show de Comparsas en que el ingenio y la creatividad jugaron un factor fundamental sobre el escenario del anfiteatro Cocomarola. Las cuatro protagonistas propusieron temáticas diferentes, pero todas coincidieron en un punto, un viaje imaginario, una aventura que permitió al público disfrutar de uno de los espectáculos más imponentes del país.
Con un marco colorido y multitudinario, cielo estrellado y un tiempo ideal, la de las tres competencias mostró propuestas que si bien no superaron a ediciones anteriores bastaron para sentir el espíritu de carnaval. De esta manera, se presentaron en el siguiente orden: Copacabana que interpretó el “Sueño de Lupita”, una niña en busca de su máxima ambición, que es cantar. Ará Berá representó “Paraná Profunda”, una historia basada en una leyenda sobre una pareja de enamorados Paraná y Guairá.
Arandú Beleza soltó sobre el escenario “La furia de los dioses”. Desarrolló parte de la historia de Akenaton, el faraón revolucionario que gobernó Egipto junto a su esposa Nefertiti. Por último, Sapucay invitó a subirse al tren “El Económico” para conocer el gran viaje, una historia de amor basada en el relato biográfico que una abuela cuenta a su nieta.
Copacabana
La noche inaugural fue puntual. La encargada de dar el tiro inicial fue Copacabana que comenzó su espectáculo con el himno de su comparsa y la presentación de sus figuras solistas en el escenario. Para contextualizar la historia, las primeras hojeadas fueron por el pasado de México en que el espíritu ancestral de una niña llamada Lupita recorre el paisaje y la cultura azteca.
“Así se siente México”, se escuchó en la voz de Luis Miguel, que en su canción llevó la historia a la modernidad con las floridas bahianas que ambientaron el momento para adentrarse a la vida del mercado. Allí trabajan los padres de Lupita, personificados por Etelvina Bravo y Sergio Maidana, que junto a su hija toman un rol protagónico en toda la historia con destacada actuación, pero sin acento mexicano. En este sueño por cantar, Lupita se escapa de sus padres para intentar encontrar una posibilidad con la música.
La intervención de los Copacabanitos fue magistral y llenaron de animales y personajes de la cultura mexicana.
Buen efecto de luces y sombras para que aparezcan las catrinas e iluminen el lugar. No se entendió la utilización de música brasileña en una representación mexicana (en otros momentos se escucharon rumbas colombianas).
Sin embargo, las calaveras sambaron previo a unas de las celebraciones más importantes de México, el Día de los Muertos y el bloque se centra en el cementerio. Destacado cuadro de La Llorona que desde un aro colgante tomó vuelo sobre el escenario.
La búsqueda de Lupita continuó por el cementerio donde los sepultureros interpretaron una divertida versión del clásico de Michael Jackson “Trhiller”.
La vuelta de Lupita trajo consigo una similitud con la película de Disney, “Coco”, donde el famoso y fallecido cantante Marco de la Cruz se encontró con la pequeña que le confesó su sueño. Le obsequió una guitarra y la invitó a cantar con él. Esto permite el reencuentro de Lupita con sus padres que se dan cuenta del deseo de su hija y la historia finaliza con un cuadro familiar de músicos en que los tres interpretan una guitarra.
Ahora bien, nadie entendió el bloque final de música brasileña (nuevamente) con presencia de figuras sin coreografías, quizá sea conveniente utilizar a los mariachis para un cierre más acorde a lo que representa.
Como bien lo representan, por ejemplo, los chaparritos de la Escuela de Samba, sus directores vestidos de rojo aparecen en las escaleras mientras los percusionistas de azul hacen lo propio detrás. La propuesta rítmica estuvo marcada por coreografías, cortes creativos y la intensidad característica de esta batería. La interpretación fue estupenda y el buen uso de los instrumentos derivó en momentos destacados de las rocares y los timbales. Hubo cortes definidos y sorpresivos de una “banda” que sonó de “cuates”.
Su bastonera Agustina Zabala es una de las candidatas al máximo premio. Realiza una intervención coreográfica admirable, ingeniosa y aplicada al ritmo que le proponen. Incomprensible es que tenga espaldar, realiza un esfuerzo sorprendente por el largo tiempo de exposición.
Ara Berá
Una de las esperadas de la noche fue la comparsa del “Rayo” que a las 23 salió con todas las ganas de recuperar su título. Ya de carta de presentación mostró a su mejor baluarte, la comparsera “Maru” Mambrín, una de las artistas más completas del carnaval correntino. Admirable en su danza, su canto y en la calidad de actuación, sin mencionar que además de su carisma y belleza y que en esta ocasión interpreta la narradora de la leyenda “Paraná Profundo”.
El grupo de los gorriones abrió sus alas y comenzó la historia, consiguió realizar un efecto visual estupendo en el que entran en escena todos los personajes plumíferos de la comparsa.
Párrafo aparte es la intervención de los Araberacitos, que con un emotivo mensaje de cuidado de la naturaleza brillaron interpretando además una canción de composición propia; simplemente maravilloso.
La extensa intro sirvió de tintas para poner en escena a la primera de las seis parejas que personifican a Paraná y Gaira que llevan el hilo conductor de la leyenda.
Uno de los momentos sorprendentes fue la aparición del grupo apertura, que además de una excelente coreografía utiliza trajes creativos y originales que logran el efecto del río en movimiento. Allí se produce el quiebre de la historia cuando Paraná se hunde en el río.
Debajo del agua, su espíritu toma vida y se encuentra un universo desconocido. Aparecen en escena la Reina Dorado con la guardia real que la miran con desconfianza, atemorizada por el acecho del hombre que contamina las aguas del río.
Destacada escena que revela cómo el capitalismo busca sacar provecho de los recursos sin importar el daño que ocasionan las fábricas a orillas del río. Nuevamente en escena la narradora (Mambrín) realiza un cuadro musical junto con el grupo Los fabriles con hollín en que se manifiesta contra la contaminación de los ríos y el daño ambiental con la frase final en la pantalla.
“Despertá”. La utilización del canto para relatar sustituyendo la voz en off es un maravilloso recurso.
La puesta fue bien desarrollada, hubo buena utilización de la pantalla, aunque no sacaron el provecho de contar con este recurso. Y la historia concluye con un final feliz con el reencuentro de Paraná y Gairá con el canto de Alejandro Balbi interpretando “Por el río volveré” entre gotas de amor de una bella historia. ¿Es necesaria la figura de Antonio Tarragó Ros al final? La verdad, no suma y rompe con el encanto de la escena final.
Y esperada fue la participación de la escuela de samba “Universidad del Sonido” que estruendosa apareció esta vez con su vestuario y marcó la cancha promediando la medianoche. Sus ritmistas trajeron la fuerza del río con una correntada de melodías para proponer una variedad de ritmos que cautivaron a la multitud.
Pero lo más destacado fue su brillante bastonera. Hacía mucho tiempo que Ará Berá no acertaba con una bailarina acorde a la propuesta. Con Mayra Casco no solo encontró quien acompañe a la perfección, sino que además roba protagonismo en el escenario. Se desenvuelve con gran naturalidad y cada vez que samba (no lo hace con frecuencia), todo vibra a su alrededor. En definitiva, cada paso, movimiento e interpretación, no solo utiliza su cuerpo, sino además baila con el alma.
Arandú Beleza
Orillando la 1 de la madrugada, la comparsa del “Axé” iluminó el Cocomarola a la luz de la vía láctea en la pantalla y una intro de luces abrió un portal para un viaje imaginario a las arenas faraónicas del desierto. Cuerpos esculturales en dorado y negro soltaron las primeras melodías de la “Furia de los dioses”.
Sin perder tiempo, la comparsa soltó a sus personajes y así comenzó la aventura que tiene por protagonista al faraón Akenatón que entre cambios radicales en su gobierno estableció la idea monoteísta de adorar a Aton (dios Sol).
A la luz del amanecer de oriente, la temática propone cuadros coreográficos en los que aparecen los dioses, la furia, los faraones y esta historia de amor con Nefertiti. El viaje lleva las embarcaciones de las agua del Nilo donde toda la naturaleza egipcia está muy bien representada. Tampoco Arandú Beleza supo utilizar el recurso de la pantalla y solo atinó a pasar imágenes como si fuera un álbum, que inició con las pirámides de la actualidad y siguió luego con las pirámides construyéndose.
La propuesta estuvo por momentos forzadas y la comparsa intentó contar la historia coreográficamente, por ahí era necesario utilizar otros recursos para despertar los sentidos.
Los momentos más sobresaliente estuvieron al final. Se escucharon las melodías de “Comparsero” y el grito de “Tiene axé” que levantó al público y se escuchó la ovación.
El ejército egipcio (escuela de samba) trajo un huracán de melodías y sacudió las arenas a su alrededor. La propuesta fue intensa, ritmos cargados de cortes que le dieron dinamismo a la presentación. Muy buena combinación instrumental que mantuvieron en alto el entusiasmo de la gente. Excelente aprovechamiento escénico de los rocares y cajitas que se mostraron seguros y consolidados en el frente.
La interacción de su bastonera “Magui” Ramírez con la comparsa hace surgir su pasión por la percusión y atenta a los ritmos marca muy bien los pasos, pero todavía no se vio su explosión en el samba.
Sapucay
Una extensa espera llevó a la comparsa del “Gallo” a iniciar su presentación 15 minutos después de las 2. La última campeona puso todo al asador, llevó recursos escénicos y con tarimas extras (algunas peligrosamente flojas, por fortuna no hubo accidente) frente al escenario montó su espectáculo.
La voz de Julio Cáceres con los versos de “Avío del Alma”, y desde el gran ventanal de una vieja casona apareció la abuela, protagonista de “El gran viaje”. Todo gira sobre el amor que conoció en el tren El Económico y que utiliza a modo de libreto, el relato de su historia a su pequeña nieta.
Desde la antigua capilla de Santa Ana nace la aventura en que las actividades de pueblo hacen de introducción a esta intervención.
El pueblo salió al baile y la escena fue copada con “Sobredosis de chamamé”, una postal de pura identidad. Pero como recurso utilizaron otros ritmos (reguetón y rap) para mezclarlos con el chamamé y maravillar a pura coreografía.
Una pequeña comparsera con un solo en acordeón soltó las melodías y los versos de la obra emblemática de Julián Zini y aunque en medio de ello se le haya cortado el micrófono, el momento ya estaba pagado y con creces, y le valió la ovación del público.
La bailanta se armó con el hit del momento “La Morocha” de uso reiterado para despertar al público. El paso del tiempo trajo a la abuela en sus tiempos de adolescente (Sofía Quatrin) que con el sonido del tren expreso realizó una intervención solista y varios personajes se fueron sumando para llegar a la escena del tren en la que seis sillas simularon el vagón donde conoció al hombre de su vida.
La abuela fue contando cada una de estas historias a su nieta, la de aquel amor que conoció en el trencito económico. Con una versión en samba del clásico del rock “Sweet child of mine” la historia continuó por los campos de cultivos y la granja interpretado por los Sapuquines.
La fiesta de San Antonio fue de los momentos más llamativos, no solo por la aparición de un obispo que genera mucho ruido, sino por la increíble interpretación de la imagen San Antonio de Padua (personaje real) que se posa petrificado sobre el escenario interpretando su rol a la perfección. La celebración patronal soltó fuegos artificiales (prohibido por la Ley Provincial N°6611), pero al parecer permitido por el carnaval. La escena final vuelve al cuadro de la joven nieta en su casa tocando el acordeón recordando a su abuela. Toma sus maletas sube al tren y emprende su propio “gran viaje”.
Casi una hora después llegó el tren del “Gallo”, la batería de “La Poderosa” que soltó las vibraciones de sus instrumentos al andén del anfiteatro. Armaron un rompecabezas rítmico que marcó con intensidad los latidos de escuela de samba. Sus directores utilizaron variaciones rítmicas marcadas por distintos instrumentos, pero también sobresalieron por la conjunción de los ritmistas. De esta manera, Sapucay le sacó provecho al buen momento de su batería. La bastonera Rocío Rojas, la “jefa de estación”, acompañó muy bien los ritmos de la batería y propuso pocos momentos de samba. La despedida fue colorida con la marcha de Sapucay y nuevamente el innecesario uso de fuegos artificiales. La próxima cita será hoy domingo a las 21 en el anfiteatro Cocomarola.
(Fuente: Época y otros)