Cocineras contaron su incapacidad de responder frente a la enorme necesidad. En los comedores barriales se ven obligadas a fraccionan ingredientes al máximo, priorizan a mamás con muchos chicos y buscan donaciones para dar la merienda, especialmente ahora que no hay clases.
Uno de los sectores más afectados por la crisis son aquellas familias que dependen de los comedores y merenderos para poder almorzar y merendar; ya que estos espacios comunitarios están pasando una situación crítica.
Así lo explicaron las responsables de algunos comedores y merenderos comunitarios de Posadas, que aludieron estar “haciendo malabares” para poder cumplir con las familias que cada vez son más.
“Está muy difícil la situación, hay mucha más demanda, la gente pelea por hacer fila para retirar la comida, hay comedores que no están funcionando. Nosotros tratamos de apaciguar con donaciones de algunos amigos y así vamos remando”, comenzó contando Amelia González del comedor del asentamiento Barrio “Los Lapachitos”.
En el caso de su comedor, reciben asistencia del Ministerio de Desarrollo Social que brinda por mes alimentos como fideos, arroz, polenta, lenteja, poroto, aceite, puré de tomate, sal, cebolla, papa, zanahoria y zapallo; para cumplir tres veces a la semana con al menos unas 80 familias que dependen de eso para almorzar.
Antes recibían también insumos para brindar la leche de parte de Vicegobernación que les cortó los víveres desde diciembre del año pasado, según Amelia. Eso quiere decir que solo brindarán almuerzo tres veces a la semana y la merienda cada tanto, cuando consigan algún alma caritativa que quiera donar leche.
Además de eso, en el barrio los Lapachitos se agrava la situación ya que muchas cooperativas y asociaciones dejaron de funcionar, condensándose toda la demanda en el comedor de Amelia y en el de otra señora que retira la comida de la cocina centralizada.
“La asistencia que nos dan no es suficiente, vienen escaseando los víveres secos… hace ya seis meses no nos llega la cantidad que tiene que llegar, así que realmente no la estamos pasando bien. La merienda nos daba Vicegobernación y ahora nos avisaron que no nos van a dar más, no quiero mentir porque hay gente que viene, golpea el comedor y te duele decirles, así que es mejor decirle de frente a la gente que nos cortaron la leche. Desde diciembre nos confirmaron que no van a hacer más la entrega”, explicó Amelia.
Eso mantiene en vilo no solo al comedor sino a todas las familias que dependen de él, porque no tienen certidumbre de que sigan llegando víveres.
“Ya nos cortaron, entendemos que subió muchísimo, pero en este momento lo que menos se puede hacer es cerrar los comedores”, afirmó.
Fraccionar alimentos al máximo
Esa misma situación se replica en el comedor Manantial de Vida, donde a pesar de tener cada vez más familias debieron poner un tope ya que no llegan con la comida. Así lo contó la responsable Miriam Morales.
“Se nos agregó más gente, pero ya nos dijeron que no nos pueden aumentar los insumos, que recursos no hay, que tengo que mantener lo que yo venía manteniendo, que si viene una nueva familia yo le tengo que decir que no… Mi pregunta es ¿cómo le digo que no a una familia que me dice que se quedó sin trabajo y pide un plato de comida? Es difícil estar en nuestro lugar”, explicó.
En su caso, el comedor Manantial de Vida brinda el almuerzo y merienda dos días a la semana para unas 170 personas.
“Es muchísima gente. Hoy por ejemplo me mandaron mensaje preguntando si estamos cocinando… y no podemos cocinar si no tenemos insumos, es muy difícil”, explicó.
Asimismo, los insumos que se reciben de por sí ya son pocos. Es así que desde la cocina deben fraccionar al máximo la carne y el pollo, pese a que a veces la situación es insostenible. “No puedo hacer dos comidas con seis pollos, es imposible, y la carne trae tanta grasa que termino haciendo grasa para chipa”, indicó.
(Fuente: Primera Edición)