En diálogo con Alejandro Chini y Bryan Villalba, en «La última rosca», por Radio Up 95.5, Juan Carlos Ruiz Rivas, sociólogo, periodista y experto en políticas públicas abordó desde Lima, Perú, algunos aspectos relacionados con la realidad política, económica y social en aquellos aspectos diferenciales o similares entre su país y la Argentina, en este momento de crisis y reacomodamientos. Un abordaje profundo sobre las sociedades y sus cambios cíclicos parecidos en el mundo.
“A veces nos olvidamos que cada 30 o 35 años ocurren cambios generacionales en las sociedades en las cuales la gente de 40 o 50 años comienza a desplazar a los que tienen más de 60, 70 u 80 años de los lugares de mando que ocupan y eso ocurre tanto en el sector privado, como público”, comenzó diciendo el experto en alusión al cimbronazo que significó para Argentina el reciente cambio de Gobierno, al que consideró parte del mismo proceso de cambio generacional que se está dando en distintos puntos del planeta.
Según su apreciación, “este fenómeno de cambio generacional ocurre todo el tiempo, ocurre a lo largo de toda la historia de la humanidad. Las viejas generaciones generalmente son las que imponen esa historia oficial, este liderazgo de opinión que vemos en medios de comunicación y a veces también en la política o en el discurso político hegemónico predominante, se olvida que el cambio generacional va a venir sí o sí y que nos dirigimos hacia el cambio”, insistió.
Impaciencia en el proceso
Ruiz Rivas reflexionó en torno a la “sensación de intolerancia, de necesidad de que las cosas sucedan rápido” en el seno de la sociedad objeto del cambio y al mismo tiempo consideró que “es esa presión generacional la que necesita cambios para adaptar la realidad social, económica, política a las nuevas necesidades, las nuevas percepciones, las nuevas características con las que las nuevas. generaciones aprehenden (con h) la realidad que tienen al frente”.
“Ese es un primer dato que es importante que lo tengamos en cuenta para poder tratar de interpretar cómo es que se da esta tolerancia o intolerancia o esta respuesta ante los cambios políticos que venimos viviendo. El otro fenómeno que se viene dando a nivel latinoamericano, o a nivel global también es que después de una etapa post pandémica como la que hemos vivido, aquellas sociedades que están mejor estructuradas o más fortalecidas institucionalmente no son capaces de asimilar con menos violencia, con menos impacto, con menos dolor este cambio que te genera o nos genera y que nos obliga o nos ha obligado a tener que cambiar comportamientos y conductas”, afirmó el sociólogo.
Latinoamérica y una institucionalidad débil
El peruano amplió su concepto sobre el nivel de institucionalidad existente en las estructuras sociales y políticas de algunos países sudamericanos como Colombia, Argentina, Chile, “países donde hay mucha estructuración y una institucionalidad un poco más fuerte; no tanto como la institucionalidad europea o la norteamericana, pero más fuerte”. En cambio, mencionó que “otros países de la región, como Perú o Ecuador, tienen una institucionalidad mucho más débil y no manejan o no administran estos cambios con tanta facilidad”.
Es en este contexto -consideró- que “ocurre por ejemplo lo que sucedió en Perú, donde en cinco años hemos tenido más de 7 presidentes. Esos son dos fenómenos que hay que tener en cuenta para poder interpretar cómo es que toleramos, o no toleramos cómo se comportan o cómo viven los cambios políticos en un país”.
Insistió en que las sociedades deben aceptar los cambios que se van a dar, que va a haber nuevas generaciones, que va a haber nuevos liderazgos; y en esa etapa creo que nos encontramos varios de los países latinoamericanos, ocurrió hoy en el Perú, ocurrió en los 90 con Fujimori, en Argentina con Menem o está ocurriendo ahora mismo”.
Los movimientos sociales y la representación
Sobre el rol de las organizaciones sociales, y los denominados “movimientos sociales” sostuvo que lo que ocurre en el Perú “es que las organizaciones sociales o como lo que conocemos como otro sector, que es la organización de la población, no es cierto que se organiza, que tiene liderazgos naturales, se ha debilitado muchísimo en los últimos años y así como la institucionalidad política, la gestión pública ha decaído, ha crecido y ha bajado en calidad y en estándares”.
Añadió que “lo mismo sucedió con las organizaciones sociales. Lamentablemente en el Perú ocurre que la representación política se ha restringido a la representación de los partidos políticos; y estos se han convertido en una toma o captura del poder entre unos pocos. En los últimos diez años han sido los que vienen distribuyéndose esas cuotas de poder. Pero a nivel de partidos que no tienen mayor representación ni mayor conexión con la población. No existe una militancia profesional, preparada, que realmente haga política en serio, no se ha traducido en organizaciones sociales de base donde estas comiencen a verse representadas”.
La economía informal y la extorsión política
Para el sociólogo y hombre de medios “lamentablemente, la economía ilegal, no solamente existe en este país, sino en Latinoamérica en general, y hace de las suyas cuando empieza a convertir o reconvertir, a debilitar la organización social de base tradicional”. Consideró que “es la que ha generado líderes sociales que después escalaban hacia los partidos y podían postularse a puestos clave, en el Poder, en la política, en los gobiernos y han sido seducidos muchos de estos líderes por una práctica común que en el Perú por lo menos se dedica a extorsionar a actividades económicas, las más poderosas del país, llámese la minería, llámese la agroindustria, llámese la construcción. Entonces había un debilitamiento de la organización social de base y había un fortalecimiento de grupos de mercados que trabajan para extorsionar a medida que el cliente lo desee, el cliente ilegal lo desee”.
Esta realidad que calificó como una de las características del funcionamiento entre representación social e inserción en espacios de poder en Perú “después se convertía o escalaba, subía hacia la organización política y por lo tanto podía haber una línea de carrera, de representación social con el ciudadano que no se postulaba. Ya no es tanto así, pero en el caso peruano eso se ha roto por completo. Es decir, los partidos políticos y las organizaciones sociales de base están totalmente divorciados y del Estado peruano también, gobierne quien nos gobierne”.
El voto en Perú
Como en Argentina, en su país el sufragio es obligatorio y sobre el tema, Ruiz Rivas fue taxativo: “Yo estoy seguro de que si nosotros decimos, a partir de este momento, el voto no será más obligatorio, sino voluntario, estoy seguro que votaría solo el 20% de los peruanos”.
“La segunda reflexión -continuó- es que esta obligatoriedad del voto hace que la opinión pública generalice, opinión respecto a estos gobiernos, a estos cambios políticos. Estamos en una crisis política, no somos capaces de tener un liderazgo adecuado y olvidan mencionar cómo el país está perdiendo una batalla en ese mundo formal, con la economía urbana; lamentablemente, en la actividad económica el 20% es producto de una actividad legal y está en lucha contra un 60% de economía informal que transa con la informalidad y transa con la ilegalidad constantemente”, graficó.
Sobre esta particularidad, cuestionó: “Si no nos damos cuenta que ese 60% de informalidad es la nueva formalidad y no los incluimos en el sistema, difícilmente vamos a lograr una convivencia social. Y a este 60% en realidad le importa muy poco la narrativa formal acerca de la crisis en la que vivimos; les importa comer todos los días, trabajar y salir a la calle para trabajar y llevar algo de comer a la casa. Necesita que sus hijos tengan algo el colegio, tengan colegio, que tengan algo de salud. Y ese día a día hace que tú no estés pensando qué dijo el ministro de Economía”.
Latinoamérica como un mercado integrado
“Yo creo que lo primero, el primer dato que tienen que reconocer todos es que el mercado es un dato de la realidad; y que como mercado, Sudamérica o Latinoamérica debería ser un bloque integrado tal cual la Unión Europea o cual bloques asiáticos o cuál bloque norteamericano; negocian en comercio de intercambio de productos a nivel global, jugando con reglas de juego que no sean perjudiciales para nosotros”.
En este sentido, el peruano concluyó que sería importante “comenzar a romper con fronteras ficticias entre nuestros territorios para empezar a pensar esos territorios de una manera más económica y más o socioeconómica, con políticas que permitan fortalecer regiones, que permitan macro regiones al nivel América, que generen mayor riqueza para poder competir de una manera distinta en el mundo; pero lamentablemente los estados nación latinoamericanos son muy precarios en ese pensamiento, muy estatista, muy de protección y de no competir, querer ser, querer tener empresarios mercantiles que quieren que los protejan, así sean ineficientes. Todo este discurso se tiene que romper si es que realmente queremos competir en el mundo. Si no, siempre vamos a ser vistos como el patio trasero de los gringos, o el patio trasero de los asiáticos, de los argentinos, o el patio trasero de alguien. Si Latinoamérica quiere convertirse en una región hegemónica y compite en el mundo, tiene que empezar a comportarse como bloque. Y eso lo tienen que empezar a entender los futuros líderes que tengamos en nuestros países”.