Este año va quedando muy marcado en la población, dados los acontecimientos climáticos, como los provocados por el fenómeno de El Niño, que nos trajo abundantes precipitaciones e inundaciones sin precedentes.
Esta referencia viene a que uno de los instrumentos más utilizados en las ciencias de la atmósfera es el barómetro, instrumento utilizado para medir la presión atmosférica y de esta manera predecir el tiempo y sus variaciones futuras.
Este instrumento de medición podríamos traerlo al comportamiento social, denominándolo algo así como el Barómetro Social, que se encargue de medir la presión que se ejerce desde la sociedad hacia las elites políticas y su variación a lo largo del tiempo.
El domingo ha comenzado un nuevo gobierno, y no cualquier gobierno, porque no estamos hablando de un gobierno peronista, ni mucho menos de un gobierno radical. Más bien estamos en presencia de un gobierno que a priori simboliza una idea de liberalismo libertario, algo que no se ve en nuestro país hace al menos un siglo.
Las exigencias de este país están medidas de acuerdo a quien sea el partido gobernante que está a cargo del ejecutivo nacional. No porque la gente sea más o menos tolerante, sino que el peronismo se ha esforzado sistemáticamente de voltear cualquier gobierno que sea diferente al de ellos, lo intentaron hacer con Macri en 2015 y están intentando hacerlo con Milei desde el 19 de noviembre.
Además, existe una cuestión no menor. La situación con la que ha comenzado el gobierno de La Libertad Avanza es en un contexto muy complicado desde lo macroeconómico, con vencimientos de deuda en el corto plazo, renegociación de acuerdos comerciales, reajuste de tarifas y la imperiosa necesidad de acomodar los números del Estado, que el presidente ya en funciones se ha comprometido a realizar un ajuste de 15 puntos del PBI sobre los gastos del Estado.
El quid de la cuestión consistirá en observar hasta dónde la presión social resistirá el ajuste que como se ha anunciado, será uno de los más grandes en los últimos 40 años de democracia, siendo una terapia de reformas de shock que se sentirá en la pérdida del poder adquisitivo de una manera casi inmediata ante el sinceramiento de precios y la devaluación que se prevé.
Se espera que un gobierno que ha llegado con el 55% de respaldo electoral, con un contexto internacional que apoya viendo con buenos ojos la gestión como manera de que Argentina vuelva a ser competitiva y parte del mundo, sumado al apoyo de los mercados en el inicio del mandato, deberían ser respaldo suficiente para avanzar con las reformas que se han propuesto y que son necesarias para salir del estancamiento macroeconómico en el que nos encontramos.
Sin embargo, delante tiene a todo el aparato sindical y de movilización que el peronismo se ha encargado de alimentar a lo largo de estos años, que no dudarán un segundo en salir a las calles ante la menor posibilidad.
La situación social hoy no está como para especular demasiado, veremos si el gobierno es capaz de pasar diciembre y las fiestas sin mayores inconvenientes, tratando de llegar a los 100 días de gestión con al menos algunas reformas implementadas y con la presión social controlada.
Es una cuestión del día a día, donde la bomba en cualquier momento podría estallar, y lo más peligroso aun es que hay muchos pirómanos alimentando, esperando que esa mecha se prenda lo antes posible.