El 13 de diciembre la Iglesia celebra la fiesta de Santa Lucia, virgen y mártir. Quien perdió todo por defender su fe en Cristo, antes que negarlo. Un gran ejemplo de vida que muchos desconocen de la santa.
No dejes de leer y conoce 7 datos sorprendentes que debes saber de Santa Lucia
- Nació en Siracusa, Italia. Proviene de una familia noble, rica y educada en la fe. Conocida por destacar su sencillez, humildad y honradez a pesar del poder que su familia tenía por ser ricos.
- A Santa Lucía se le representa frecuentemente con dos ojos. Se dice que antiguamente a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente su fe y negarse a adorar falsos dioses paganos.
- En el siglo VI el Papa San Gregorio, puso su nombre a dos conventos femeninos que él fundó. Esto en honor a Santa Lucía, quien destacaba por sus virtudes.
- Según la tradición, cuando Lucía era una niña hizo a Dios el voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud su madre viuda quiso casarla con un joven pagano.
- Lucía consiguió el permiso de su madre para no casarse, pero el pretendiente, rechazado, estaba dispuesto a vénganse y la acusó ante el gobernador de que la santa era cristiana. Religión que estaba totalmente prohibida en esos tiempos de persecución, por lo que fue llamada a juicio.
- El juez intentó persuadirla pero al no conseguirlo la amenazó con prostituirla y ella le dijo: “El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consciente”. Corresponde con el principio moral de que no hay pecado si no se consiente el mal.
- Santa Lucía fue llamada a juicio y fue atormentada para obligarla a adorar a dioses paganos, pero ella se negó y se mantuvo firme en su fe, exhortando a los fieles para que permanecieran firmes al igual que ella. Para luego ser decapitada.
Su nombre significa “luz” y durante la edad media era proclamada contra las enfermedades de los ojos. Lo que provoco varias leyendas como la que cuenta que le sacaron los ojos.
La historia de vida
Lucía era aún adolescente (casi niña) cuando su madre quiso casarla con un rico heredero, pero ella no aceptaba aquel matrimonio.
Santa Lucía de Siracusa (Italia) sufrió martirio en su ciudad natal el 13 de diciembre; aunque los historiadores no están de acuerdo en el año, que para unos es el 298 y para otros el 303 o el 304.
La madre de Lucía llevaba cuatro años enferma y decidió acudir con su hija al sepulcro de Santa Águeda de Catania, por cuya intercesión obraba Dios muchos milagros. Y se produjo el milagro: la madre sanó de su enfermedad, por lo que se convirtió al cristianismo y accedió no solo a liberar a su hija del matrimonio que le tenía preparado, sino también a entregarle la parte de la herencia que le correspondía, para que la vendiese y socorriese a los pobres.
El que había estado destinado a ser su marido, despechado, la denunció por ser cristiana; la detuvo el prefecto y para dar satisfacción al denunciante la mandó a una casa de lenocinio para que los hombres más lascivos de Siracusa pudieran gozar de ella.
Pero Dios se puso de su parte y no consiguieron moverla, hasta con un tiro de dos bueyes lo intentaron, y no hubo manera; irritado, el prefecto, decidió prender fuego a la casa con ella dentro, pero se quemó la casa y ella permaneció indemne.
Desesperado, ordenó que le sacaran los ojos, pero ella siguió viendo como si tal cosa. Y es en virtud de este milagro de poder ver sin ojos que se le asignó el patronazgo de la vista, de los oftalmólogos y auxiliadora de los ciegos.
El prefecto decidió, por fin, atravesarle la garganta con la espada, y Lucía, mientras se desangraba por la herida, invitaba a convertirse a Cristo a los espectadores que se habían reunido allí en gran número.