La democracia nos propone temas de charla en las mateadas, en la fila del supermercado o en la salida de un picadito de fútbol en el barrio. Se esgrimen opiniones, se generan bandos que a veces se vuelven hostiles, incluso entre amigos, hasta que todo vuelve a su cauce y eso solo se logra cuando la campana de la escuela dice que se cierran las urnas y comienza el conteo final.
Hoy nos encontramos en un momento bisagra en el año electoral de la Argentina, esto se debe a que después de tantos spots, tuits y quién sabe cuantos mecanismos más de propaganda política se puso a disposición del electorado encontró por fin el ganador de la contienda presidencial, y con ello definió vencedores y vencidos. El tablero se reconfiguró, pero no perdamos de vista la historia que nos trajo hasta aquí.
El 10 de diciembre para el país marca un cambio de época; generalmente cada cuatro años, y en las provincias no es la excepción. Aunque en esta oportunidad, los especialistas en la utilización de tretas para perpetuarse en el poder se encontraron acorralados por un viraje histórico para ellos, inesperado, y les exige que replanteen sus “estrategias” locales para liderar un espacio que aunque hayan ganado las elecciones nuevamente, sus tropas comienzan a dudar sobre la solvencia de sus capacidades.
Este es el caso de la provincia de Misiones, distrito en el cual el Frente Renovador gobierna desde el 2003, en un principio con cambios de gobernadores, al menos dos; sin embargo, se pergeñó un obscuro plan para que se pueda elegir un gobernador, pero no quien conduzca la provincia desde los instrumentos legislativos que ofrece la Cámara de Representantes, institución a la cual el presidente hasta hoy de la misma por todos estos años y de manera innegociable fue Carlos Rovira.
Aquí comienza una etapa distinta, donde la pluralidad se hace presente y “él conductor” decide en un acto de absoluto compromiso cívico (¡!) proponer al exgobernador Oscar Herrera Ahuad a presidir este cuerpo. Tan notable gesto solo merece ser aplaudido por la comunidad liliputiense que encuentra en sus desconcertantes hilos de tuits y efímeras conferencias de prensa el néctar para justificar su idolatría a un sujeto que lejos de construir política desde la democracia de los partidos políticos lo ha hecho comprando a cada dirigente que fuera ofrecido en las contiendas electorales y extorsionando a la opinión pública mediante campañas del miedo y la mentira.
Retomando el concepto de volver al cauce, nos encontramos con la confusión de aquellos dirigentes del oficialismo provincial que desconcertados -nuevamente- por la audacia “del conductor”, salieron a respaldar la decisión de apartarse de la presidencia del cuerpo sosteniendo que es hora de construir desde la gestión, como si ser presidente de un cuerpo legislativo no te hace parte de la gestión y por ello responsable de lo que ocurre en la provincia, por ejemplo malos sueldos a empleados del Estado, niveles de pobreza por encima del 50 por ciento y una enorme desigualdad entre los municipios del interior de la provincia y la capital.
En este punto encontramos el paralelismo con la batalla de Azincourt, ocurrida en el marco de la famosa guerra de los 100 años, considerado el último gran conflicto entre los feudales en la cual Inglaterra vence a Francia. Es que mientras algunos pretenden encontrar un gesto de supremacía en la declinación a la presidencia de la legislatura otros ven cómo la lucha entre los señores feudales de la renovación se vuelve cada vez más profunda e incontrolable. Como dijo alguna vez un gobernador de los 90, «cada vez que soy reelecto pierdo un dedo de mi mano, pero sigo sosteniendo el poder».
En ocasiones es común suponer que los gestos de grandeza son atribuibles a las grandes personas, sin embargo, esta confusión es la que desata un caos en el cual los primeros en ser eyectados del poder son los mariscales, que hace años no participan de una contienda política y son estos momentos en los cuales reciben el aviso de desalojo.
La posible conformación del gabinete del electo Hugo Passalacqua encuentra nombres sin experiencia al frente de los ministerios, pero principalmente se descubren la desaparición de viejos actores que componen el selecto grupo de los duques del imperio renovador. Podemos suponer que el efecto motosierra Milei llegó a Misiones, o que la excusa de una derrota a manos de un novicio político enciende las alarmas en una provincia donde todo ¿marcha sobre rieles?
Hoy comienza la segunda vuelta de Hugo Passalacqua, ¿será el comienzo de una dirigencia más austera y solvente o veremos un rancio modelo renovador que asiste al pueblo, pero no soluciona nada?
Esta y muchas preguntas más serán parte de una época que comienza hoy, no dejemos de preguntar ni dejemos de cuestionar, porque la última vez que lo hicimos gobernaron los kirchneristas por 20 años este país.