El levantamiento del cepo cambiario por parte del gobierno de Javier Milei desencadenó un conflicto feroz en la cadena de formación de precios. En el centro de la escena apareció un protagonista inesperado: la lata de atún, que registró una inédita baja del 24% interanual y se convirtió en símbolo de un giro macroeconómico que ya tiene impacto en la micro.
Semana Santa, Atún Santo
La caída en el precio del atún contrastó con los fuertes aumentos del resto de los productos típicos de Semana Santa. El kilo de filet de merluza aumentó 44%, la milanesa de pescado 15%, el kanikama 14% y el calamar 8%. En el caso de los huevos de Pascua, los incrementos fueron aún más impactantes: un huevo de 17 gramos pasó de $570 a $1.055 (85%) y uno de 150 gramos de $12.500 a $21.250 (70%).
La diferencia es clara: “El atún se importa en su mayoría”, explicó Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, lo que facilitó una baja por el nuevo esquema cambiario sin restricciones. En cambio, el resto de los productos son de origen nacional y están más atados a las dinámicas inflacionarias locales.
Mientras las góndolas recibían las nuevas listas de precios con subas de entre 9% y 16%, las grandes cadenas decidieron plantarse. Una cadena multinacional rechazó mercadería de Unilever y Molinos, alegando que los aumentos eran “especulativos”. La tensión escaló rápidamente: hubo comunicaciones con el Ministerio de Economía, y por la tarde, la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) institucionalizó la negativa general a convalidar remarcaciones sin sustento real.
El conflicto no es nuevo, pero la coyuntura lo potenció. Según datos de Focus Market, 15 empresas concentran el 80% del mercado industrial de alimentos, mientras que solo seis cadenas de supermercados controlan el 80% de la facturación del sector. Es una pulseada de gigantes, con el consumidor en el medio.
Además de Unilever y Molinos, otras firmas con aumentos recientes en productos de primera necesidad fueron Molino Cañuelas, Aceitera General Deheza y Softys (marcas Elite e Higienol). La intervención directa del Ejecutivo y la presión desde las góndolas podrían marcar un cambio de era en la formación de precios en Argentina.
La pregunta que queda flotando es si esta ofensiva oficialista será sostenida, y si las herramientas de importación libre seguirán siendo usadas para disciplinar precios internos.
¿Quiénes son los formadores de precios?
En la economía argentina, los principales formadores de precios son los grandes fabricantes de alimentos, higiene y limpieza, que concentran la mayor parte del mercado. Según un informe de Focus Market, apenas 15 empresas controlan el 80% de la oferta industrial de productos de consumo masivo. Entre ellas están Molinos Río de la Plata, Unilever, Arcor, Mondelez, Mastellone, Aceitera General Deheza y Molino Cañuelas. Del otro lado del mostrador, seis cadenas de supermercados (como Carrefour, Coto, Cencosud y La Anónima) explican el 80% de la facturación minorista. Esta concentración permite que tanto fabricantes como distribuidores tengan poder real sobre los precios que paga el consumidor.