En la tarde de este lunes, y a 33 años del atentado a la embajada de Israel en Buenos Aires, en la sede de la comunidad israelita en Misiones (ubicada por la calle San Martín entre Rivadavia y 3 de Febrero), realizaron un emotivo acto a través del cual recordaron a las víctimas.
En la oportunidad, y en dialogo con Radio Up 95.5, Marcos Alfici, presidente de la Comunidad Israelita de Misiones, aseguró que se trata de un momento muy triste.
“Para nosotros es un día muy triste porque no queremos recordar aquel hecho tan trágico para toda la Argentina. Fue la primera vez que se registró un acto de tal magnitud. Muchos muertos, no solo personal de la embajada, sino también vecinos y transeúntes”, señaló.
El 17 de marzo de 1992 una camioneta cargada de explosivos se estrelló contra la puerta de la Embajada de Israel en Buenos Aires. La explosión destruyó por completo el edificio y provocó la muerte de 29 personas.
“Es lamentable recordar en medio de toda esta situación a las víctimas. Después de tanto tiempo la Justicia no logró el objetivo que todos esperamos. Es decir, que paguen los culpables del atentado”, añadió Alfici.
Tras de 33 años del atentado aún no hay imputados ni condenados en la causa, que fue investigada por la Corte Suprema de Justicia y organismos internacionales como el FBI y el Mossad, la agencia de inteligencia israelí.
“Seguiremos reclamando justicia”
Por su parte Tamara Magram, la directora ejecutiva de la comunidad israelita en Misiones, también se refirió a este importante recordatorio realizado en la capital misionera. Cuestionó que a la fecha no se encuentren a los responsables del hecho.
“Nosotros seguiremos reclamando justicia. La verdad es verdaderamente triste que al día de hoy nadie esté pagando por el atentado”, finalizó.
El 17 de marzo de 1992, la tarde en Buenos Aires avanzaba como cualquier otra. La ciudad tenía los sonidos típicos de la mitad de quincena, con su tránsito habitual y algunas bocinas que obligaban a los peatones a acelerar sus pasos; otros caminaban apurados por las veredas angostas mientras en la esquina de Arroyo y Suipacha, la Embajada de Israel se alzaba imponente en su elegante edificio de estilo neofrancés.
Allí, empleados administrativos, diplomáticos y visitantes realizaban sus tareas diarias sin imaginar que, en pocos segundos, todo cambiaría para siempre.
A las 14:42, un estruendo ensordecedor sacudió el centro porteño. Un coche bomba cargado con explosivos impactó contra la fachada de la embajada, desencadenando una onda expansiva sin precedentes. El estallido derribó muros, rompió vidrios en varias cuadras a la redonda y redujo el edificio a escombros en cuestión de segundos. El polvo y el humo oscurecieron la calle, y los gritos de los heridos se mezclaban con el sonido de las sirenas de los primeros bomberos, ambulancias y rescatistas que llegaban al lugar.
El atentado dejó 29 muertos y más de 200 heridos. Entre las víctimas había diplomáticos israelíes, empleados argentinos, transeúntes y religiosos que se encontraban en la iglesia San Marón, frente a la embajada.