En un contexto global marcado por conflictos y cambios de alineaciones estratégicas, Joaquín González, analista internacional, dialogó con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5 y advirtió sobre las implicancias del viraje en la política exterior de Estados Unidos y la fragilidad de las instituciones multilaterales.
En este sentido, abordó las consecuencias del conflicto en Gaza, el rol de las potencias y la salida de Argentina de organismos internacionales.
Un cambio drástico en la política exterior de EE.UU.
En primer lugar, González sostuvo que la nueva postura de Estados Unidos representa “un viraje de 180 grados en lo que fue su posición tradicional” respecto a Medio Oriente. “Independientemente de si tenían un presidente republicano o demócrata, la posición de Estados Unidos, si bien es un socio estratégico de Israel, ha sido de alguna manera siempre mediar en ambas partes y tratar de a largo plazo llegar quizás a una solución cercana a la solución de dos estados. Esto da por tierra, ¿no”, señala.
El analista enfatizó que esta decisión beneficia principalmente a “dos actores: uno interno, que serían un poco los colonos y la parte de la derecha más radical en Israel, que forma parte del gobierno y es la que presionó a Netanyahu para que esta guerra siga porque les conviene; pero también actores internacionales que deben estar muy contentos con lo que dijo”.
Entre estos, menciona a Rusia y China, que podrían interpretar este posicionamiento como un aval para avanzar en sus propias disputas territoriales. “Para ambas significa también tomar la misma posición que está tomando Estados Unidos, cada una con sus respectivos vecinos más pequeños y con los que han estado en conflicto. Rusia con Ucrania significa también tener una vía libre, y para China significa hacerlo también con Taiwán”, advirtió.
Paralelismos con el Plan Marshall
Consultado sobre la posibilidad de trazar paralelismos entre este nuevo enfoque y el Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial, González es tajante: “Yo ya plantearía grandes diferencias en ese caso porque… si bien el Plan Marshall fue una gran, gran, gran inyección de ayuda monetaria, principalmente fue una inyección de ayuda a través de los estados. En este caso, claramente hay elementos que quiebran con la ley internacional, con derechos que están, no solo han sido recopilados por Naciones Unidas, sino que forman parte del corpus jurídico internacional que los mismos estados han firmado y suscripto”.
En este sentido, enfatizó: “Uno no puede forzar a una población que es originaria de esa zona, no la puede forzar a otro lado, sería desplazarla forzosamente. Entonces, hay elementos que van en contra de la ley internacional aquí y que son pasibles de responsabilidad internacional”.
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El debilitamiento de los organismos multilaterales
González también analizó el impacto del rechazo a los organismos internacionales, señalando que “estas derechas radicales plantean una reacción muy fuerte contra los órganos multilaterales”. “Todo está interconectado: el rechazo al accionar de la ONU, el desfinanciamiento de las estructuras multilaterales, excepto algunas, el correrse o salir de la membresía de ciertas organizaciones internacionales”, argumenta.
En relación con la reciente decisión de Argentina de salir de la OMS y la posible salida del Acuerdo de París, el analista la considera “una medida totalmente errada”. “Argentina obtiene mucho más. En sí, la OMS, como lo puede decir el Acuerdo de París, no es nada más ni nada menos que estructuras de cooperación internacional. En el caso de la OMS, significa ante una pandemia o ante una crisis sanitaria poder acudir entre todos nosotros a ayudarnos”.
Además, subraya la contradicción con la permanencia en otras instituciones: “Si son por ejemplo imposiciones a la soberanía estatal, deberíamos salir también del FMI, porque desde su creación ha impuesto ciertas condiciones para sus préstamos”.
¿Un sistema internacional en crisis?
La conversación también derivó en una reflexión sobre la funcionalidad de la ONU y su paralelismo con la Sociedad de Naciones, cuyo fracaso precedió la Segunda Guerra Mundial. “No es la ONU la que de alguna manera garantizó ni vino a imponer con la fuerza que tendría un alto al fuego en Gaza, sino que de alguna manera Trump con poder en una mano y con plata en otra dijo ‘Muchachos, vamos a ver si ordenamos un poquitito la cuestión’”, señala.
González advirtió sobre el riesgo de que la comunidad internacional siga ignorando el derecho internacional: “El derecho internacional, a diferencia del derecho interno de los estados, no es un derecho vinculante. Depende un poco de la voluntad de las partes que se cumplan. Si las partes deciden desoírlo, y bueno, es la ley del más fuerte. Quien tiene más capacidad militar para imponer su voluntad, lamentablemente la impondrá y poco podremos decir los más pequeños o con menos recursos estratégicos”.
Finalmente, concluyó con una mirada preocupante sobre el futuro de la diplomacia global: “Vamos como yendo a escenas… y ahí sí voy a las guerras mundiales sin vaticinar una, pero creo que cada vez está dándose un sobredimensionamiento de la militarización, de los conflictos, de las declaraciones de apuesto más y cada vez a riesgo más. Es como que la mesura hoy en día no es un valor, por lo menos que se aprecie”.